EL PAÍS - España - 21-06-2005
El petróleo, la clave del conflicto
Surgen iniciativas para resolver el choque entre Marruecos y Argelia por el Sáhara Occidental y construir un mercado común del Magreb
La compañía estadounidense Kerr-McGee es la única que realiza prospecciones petrolíferas en aguas saharauis, con una licencia marroquí. Fuentes estadounidenses dan por seguro que, si encuentra grandes cantidades de 'oro negro', se desatará una carrera entre las petroleras y ciertos Gobiernos para acceder a los recursos.
MARÍA CARRIÓN
A principios de mes, el Gobierno noruego anunció que había retirado su participación en la compañía estadounidense Kerr-McGee, la única que realiza labores de prospección de petróleo en aguas del Sáhara Occidental, al considerar que esa empresa cometía "una violación especialmente grave de las normas éticas" deseadas por Noruega. Según Oslo, la presencia de Kerr-McGee podía reforzar las demandas de soberanía de Marruecos sobre el territorio, que invadió en el año 1975, y perjudicar los esfuerzos de la ONU para resolver el conflicto del Sáhara Occidental.
La presencia de Kerr-McGee en la región no es de extrañar. EE UU busca diversificar sus fuentes de petróleo y las regiones de África del Norte y África Occidental son especialmente apetecibles. Los intereses estadounidenses en esas zonas no se limitan al petróleo: durante los últimos años EE UU ha realizado numerosas inversiones en Argelia, especialmente en la industria del gas. Washington además desea la integración económica del Magreb, a fin de crear un mercado único fértil para la inversión estadounidense. Esos planes pasan por la resolución del conflicto del Sáhara.
¿Actuará EE UU para resolver el problema? Ante el vacío diplomático y la desesperación creciente que se vive en los territorios ocupados, esta pregunta va cobrando más fuerza cada día. Hasta ahora Washington ha sido el aliado incondicional de Marruecos y ha garantizado que no impondrá una solución. Pero los atentados del 11 de septiembre de 2001 alteraron los intereses estadounidenses en el Magreb: la importancia cada vez mayor de Argelia en la lucha antiterrorista, además de los crecientes intereses económicos, podrían inclinar la balanza en otra dirección. Los ojos también están puestos en el asiento vacante del representante de EE UU ante la ONU.
La compañía estadounidense Kerr-McGee trabaja en aguas saharauis tras obtener en 2001 una licencia de la Oficina Nacional de Investigaciones y Explotaciones Petrolíferas de Marruecos (ONAREP), para llevar a cabo trabajos de reconocimiento y estudios sísmicos. Kerr-McGee, cuya sede está en Oklahoma, es además un importante contribuyente del partido republicano.
Exploraciones en toda la costa
El interés por encontrar petróleo en el Sáhara Occidental no es nuevo: se vienen realizando estudios desde la época colonial, aunque España nunca encontró reservas importantes. Actualmente se realizan exploraciones a lo largo de las costas africanas desde el Golfo de Guinea hasta Marruecos. Tras el hallazgo en 2001 de importantes yacimientos en las costas mauritanas, se incrementaron las posibilidades de que se encontraran depósitos similares en zonas cercanas, en especial en la región del Sáhara Occidental.
Según Toby Shelley, autor del libro Solución final en el Sáhara Occidental y periodista de Financial Times, las licencias de prospección concedidas en 2001 por ONAREP abarcaron prácticamente la totalidad de las aguas del Sáhara Occidental, en torno a 90.000 millas náuticas, que fueron repartidas entre la sucursal en Marruecos de la estadounidense Kerr-McGee y la francesa Total-Fina-Elf. Esta última abandonó su trabajo en la zona en diciembre de 2004, alegando motivos comerciales. La retirada de Total coincidió con una campaña internacional de presión, conducida por una coalición de organizaciones no gubernamentales en 20 países, que también obligó al fondo noruego de inversiones Skagenfondene a vender su participación en la empresa estadounidense Kerr-McGee.
El 6 de junio pasado, el Gobierno noruego anunció que había vendido sus acciones en Kerr-McGee, valoradas en 337 millones de coronas (42,5 millones de euros), una inversión que formaba parte del Fondo Nacional de Pensiones de su país. El ministro de Finanzas noruego, Per-Kristian Foss, reconoció que su Gobierno había sido contactado en diciembre de 2004 por la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) y por la ONG Comité para el Apoyo del Sáhara Occidental para que retirara sus inversiones de Kerr Mc-Gee. Una vez tomada la decisión de hacerlo, el ministro explicó: "El consejo de ética del Ministerio consideró que Kerr-McGee, a través de sus actividades de exploración, probablemente hará posible que Marruecos pueda explotar el petróleo en la zona y que por tanto sus actividades constituyen 'una violación especialmente grave de las normas éticas', porque pueden fortalecer las demandas de soberanía de Marruecos y perjudicar el proceso de paz de la ONU".
La legalidad de los contratos es fuente de polémica. El Vicesecretario General de Asuntos Legales de Naciones Unidas, Hans Corell, envió una carta a la presidencia del Consejo de Seguridad en enero de 2002 aclarando que "aunque los contratos específicos no son ilegales, si prosiguen las actividades de exploración y explotación sin tomar en cuenta los intereses y la voluntad del pueblo del Sáhara Occidental, vulnerarían los principios del Derecho Internacional aplicables a las actividades de recursos minerales en Territorios No-Autogobernados". Esta decisión se presta a varias interpretaciones. El Frente Polisario asegura que al llevarse a cabo sin el consentimiento del pueblo saharaui, las actividades están al margen del derecho internacional.
Hechos y especulaciones
Pero John Christiansen, representante de la compañía Kerr-McGee, interpreta de otra manera la postura del responsable jurídico de la ONU. "El Vicesecretario de Naciones Unidas para asuntos jurídicos confirmó la legalidad de nuestro contrato con Marruecos. Ni EE UU ni la ONU reconocen a otra autoridad administrativa en ese territorio". Y confirmó que la compañía está llevando a cabo "estudios geológicos y geofísicos a partir de imágenes sísmicas en dos dimensiones obtenidas en 2003 para poder valorar el potencial de la zona costera de Bojador". Christiansen no precisó si Kerr-McGee esperará a que se resuelva el conflicto antes de proceder a la extracción del petróleo: "Primero tendremos que evaluar las conclusiones de los estudios. Ir más allá supondría especular sobre futuras actividades, cosa que no hacemos".
Según una fuente del Congreso estadounidense, familiarizada con en el proceso de paz, "si Kerr-McGee encuentra grandes cantidades de petróleo en el Sáhara se complicarían las cosas, porque se desataría una carrera entre las petroleras y entre ciertos Gobiernos para acceder a los recursos". La zona es apetecible para EE UU. Según Peter Maas, de la revista Mother Jones -especializada en periodismo de investigación- que ha trabajado sobre los intereses estadounidenses en el petróleo africano, "el objetivo de EE UU es reducir su dependencia petrolífera de los países del Golfo como Arabia Saudí y trasladar más actividades a países africanos como Guinea Ecuatorial".
Toby Shelley, de Financial Times, indica que Marruecos podría estar negociando con otras compañías para proseguir con las prospecciones de petróleo en el Sáhara Occidental. "Parece ser que Marruecos se interesa sobre todo por atraer a algunas de las empresas que ya están presentes en Mauritania y que por tanto tienen conocimientos sobre la geología de la zona", asegura. Y menciona a la australiana Baraka, cuyo propietario propició los acuerdos entre el Gobierno mauritano y las compañías petroleras que trabajan en el área de Chingetti, y que podría estar negociando con Marruecos.
La estrategia de atraer a empresas con experiencia en Mauritania había sido empleada antes por la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), que firmó en 2001 un acuerdo con la compañía australiana-británica Fusion, para realizar una evaluación de las reservas de petróleo en el Sáhara Occidental. Fusion no tenía acceso a aguas saharauis y su estudio se basó en datos ya disponibles. El contrato con la RASD hubiera permitido que Fusion entrase a trabajar en aguas saharauis seis meses después del ingreso del Sáhara Occidental como miembro de la ONU, pero la empresa se disolvió el año pasado. Jon Taylor, director de exploración de Fusion, aseguró entonces que "la información que hemos obtenido nos hace pensar que puede existir una industria petrolera viable en las costas del Sáhara Occidental". A principios de mayo, la RASD ofertó licencias de exploración de petróleo y de gas, y espera poder firmarlas a finales de este año.
Inaccesible para el Polisario
Durante una visita a Washington en mayo pasado para reunirse con miembros del Congreso, Mohammed Abdelaziz, presidente del Frente Polisario, aseguró que "no perdemos la esperanza de que la Administración Bush se interese en la cuestión del Sáhara. Por ahora tiene otras preocupaciones, pero esperamos que en algún momento incluya la solución de este conflicto entre su lista de prioridades".
Pero una fuente del Congreso estadounidense señala que "hasta la fecha, para el Polisario ha sido muy difícil reunirse con la Administración Bush oficialmente. Se intentó en una ocasión que el Departamento de Estado recibiera a Abdelaziz pero al final la reunión se canceló, probablemente por presiones de Marruecos". Mouloud Said, representante del Polisario en Washington, reconoce que los contactos con el Departamento de Estado se han producido en restaurantes y otros lugares ajenos a las dependencias del Gobierno estadounidense.
La mayoría de los analistas coinciden en que las sucesivas administraciones estadounidenses han llevado a cabo una política de apoyo tácito a la postura marroquí. Un cambio, si se produjera, no se daría de la noche a la mañana. "EE UU entiende que Argelia es cada vez más crucial en la lucha contra el terrorismo, pero su capacidad de reacción ante la nueva situación es lenta", asegura Yahia Zoubir, profesor de Estudios Internacionales en la Universidad de Thunderbird y especialista en las relaciones entre EE UU y el Magreb. "Lo único que se perfila en el horizonte es la situación explosiva en los territorios ocupados. No creo que EE UU se quede callado si aumenta la represión; en ese caso tomaría cartas en el asunto y presionaría más a Marruecos para que resuelva el conflicto". De hecho, en los últimos años los informes del Departamento de Estado en materia de derechos humanos expresan una creciente preocupación hacia la situación en los territorios ocupados.
Los intereses económicos son cruciales, aunque generen cambios más lentos. "A EE UU le interesa la integración económica del Magreb, que no será posible hasta que se solucione el conflicto del Sáhara Occidental", asegura Zoubir. El año pasado, las inversiones estadounidenses en Argelia ascendieron a 4.100 millones de dólares, la mayoría en el sector del petróleo. De 2002 a 2003, las exportaciones de Argelia a EEUU se duplicaron: de 2.000 a 4.000 millones de dólares en un año.
Nuevo protagonista en la ONU
El dicho norteamericano "la política crea extraños compañeros de cama" resume la situación paradójica del Frente Polisario en la ONU. Ante la falta de aliados en el Consejo de Seguridad, las esperanzas saharauis se centran inesperadamente en un personaje: el polémico John Bolton (arriba, en la foto), nominado por la Administración Bush para el cargo de embajador de EE UU ante las Naciones Unidas. Célebre por su desprecio hacia la ONU y por las acusaciones de haber amañado datos de inteligencia, Bolton fue uno de los antiguos funcionarios del Departamento de Estado que se unió a James Baker cuando éste fue Enviado Especial de la ONU en el Sáhara Occidental y pasó a convertirse en su mano derecha.
Baker asegura que en los años en que trabajó para la ONU en el Sáhara Occidental, Bolton fue "una parte muy importante de mi equipo. Además, trabajó sin cobrar y por convicción, como yo". De hecho, durante las audiencias ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado para su confirmación como embajador en Naciones Unidas, Bolton mencionó su trabajo con la ONU en el Sáhara Occidental en cuatro ocasiones, como prueba de respeto al trabajo del organismo internacional.
Erik Jensen, que entre 1994 y 1998 encabezó la Misión de la ONU en el Sáhara Occidental (MINURSO) y que trabajó con el equipo de Baker, asegura que Bolton parecía creer más en la eficacia de EE UU que en la de la ONU a la hora de resolver el conflicto, una actitud que parece acompañarle todavía hoy. En un discurso ante un foro sobre asuntos exteriores en el Congreso estadounidense, en 1998, Bolton aseguró que Baker fue nombrado porque "solamente un americano podía resolver esta situación, si es que se podía resolver".
"Cuando comenzamos a abordar el problema del Sáhara Occidental teníamos la impresión de que sería fácil. Tras la Guerra del Golfo pensábamos que era cuestión de ir al Consejo de Seguridad y que con el mismo molde resolveríamos el conflicto en el Sáhara", aseguró Bolton. Pero en los siguientes años "comprendimos que la ONU falla en la fase de aplicación. Tenemos que evitar esa costumbre de continuar con las negociaciones en la ONU una vez se llega a un acuerdo".
Se esté de acuerdo o no con las opiniones de Bolton, es evidente que si se convierte en embajador estadounidense ante la ONU podría jugar un papel en relación con el Sáhara Occidental. El propio Bolton aseguró en 1998 que "es muy importante resolver el conflicto del Sáhara porque contribuiría a la estabilidad de toda la región. Y ahora más que nunca, con la cantidad de inversiones que EE UU está haciendo en Argelia".
Bolton "conoce la situación en el Sáhara Occidental y puede ser de gran utilidad como embajador en la ONU", asegura el congresista Joseph Pitts, que apoya la celebración de un referéndum. Frank Ruddy, ex embajador estadounidense en Guinea Ecuatorial, que también trabajó con la ONU en el Sáhara Occidental, asegura que "el puesto de embajador ante las Naciones Unidas puede influir en las decisiones de EE UU en la ONU". Una fuente cercana a la Administración Bush no está tan segura de que Bolton pueda inclinar la balanza y recuerda que "los embajadores ante la ONU siguen las instrucciones de Washington y no disponen de mucha libertad para actuar en solitario. Lo que falta es voluntad política".
La hija de Dick Cheney
Como responsable del Norte de África y la región del Cercano Oriente en el Departamento de Estado, que incluye Marruecos y el Sáhara Occidental, hace dos meses se estrenó Elizabeth Cheney, hija de Dick Cheney, el vicepresidente de EE UU. La hija ha sido bautizada por la Administración Bush como "zarina de la democracia" por su trabajo en Oriente Próximo. Antes de acceder a su nuevo puesto, Cheney creó la Middle East Partnership Initiative, un fondo administrado por el Departamento de Estado para promover la democracia en la región, con resultados dudosos.
Esta semana pasada, el Consejo de Relaciones Exteriores advirtió a la Administración Bush que la imagen negativa que se tiene de EE UU en Oriente Próximo es tan fuerte que la mayoría de las organizaciones no gubernamentales en la zona rechaza la financiación del Departamento de Estado "por miedo a que ello manche su reputación ante la población" y recomendó que los fondos los administre una fundación privada. Por el momento, Cheney se limita a reiterar la postura oficial del Departamento de Estado acerca del conflicto en el Sáhara Occidental: "EE UU sigue involucrado activamente en buscar una solución a través de la ONU, y no impondrá una solución a las partes".
La Casa Blanca tuvo que aclarar su postura recientemente. Con la firma en 2004 del Tratado de Libre Comercio, EE UU concedió a Marruecos un estatus solamente otorgado a firmes aliados de Washington como Jordania e Israel. Cuando el tratado se sometió a la aprobación de ambas cámaras, los congresistas Joe Pitts y Donald Payne, el primero republicano conservador y el segundo demócrata progresista -ambos, firmes defensores de un referéndum en el Sáhara Occidental-, enviaron una carta a la Casa Blanca en la que condicionaron su voto favorable a que el tratado excluyera de manera explícita "tanto el territorio del Sáhara Occidental como sus recursos". La Casa Blanca respondió que "ni la mayoría de los países ni EE UU reconocen la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental" y aclaró que "EE UU no concederá tarifas preferenciales a los productos procedentes del Sáhara".
Pitts puntualiza: "No estoy en contra de Marruecos, que es un país amigo de EE UU. Y estoy a favor del libre comercio porque representa un beneficio mutuo para nuestros dos pueblos. Pero no podría haber apoyado este acuerdo si la Administración no hubiera protegido al pueblo del Sáhara Occidental".