Yahia H. Zoubir
Profesor de relaciones internacionales, American Graduate School of International Management, Arizona (EEUU), y co-editor del libro International dimensions of the Western Sahara conflict
[Publicado en Nacion Arabe, Vol. 15, No. 45, Septembre 2001, pp. 73-84]
La alternativa a la celebración del referéndum de autodeterminación para el Sáhara Occidental conocida como tercera vía surgió inmediatamente tras la muerte del rey Hasán II de Marruecos y el acceso al trono de su hijo Mohamed VI, quien dispone de mucho menor margen de maniobra ante el ejército del que disponía su padre. El apoyo de Francia y EEUU a esta opción ha dado a la tercera vía su razón de ser: con el fin de ayudar al nuevo rey a consolidar su poder, tanto Francia como EEUU potencias abiertamente competitivas entre sí política y económicamente en el área del Magreb han preferido renunciar al Derecho Internacional y a las resoluciones de NNUU en su conjunto. Independientemente de la opinión que se tenga respecto a esta cuestión, la tercera vía supone una denegación de justicia y una violación flagrante de la legalidad internacional y de las resoluciones de NNUU.
Con el fin de comprender la situación actual en el Sáhara Occidental es imprescindible remontarse a finales de los años ochenta, cuando se puso en marcha el proceso de paz. En agosto de 1988 Naciones Unidas (NNUU) comenzó a preparar un plan de paz cuyo objetivo era la celebración de un referéndum de autodeterminación, así como la entrada en vigor de un alto el fuego. Esto condujo al Plan de Paz de 1991, co-patrocinado por NNUU y la Organización de la Unidad Africana (OUA). Los dos protagonistas, Marruecos y el Frente Polisario, aceptaron dicho plan. Con la excepción de un encuentro entre el rey Hasán II y líderes del Polisario en enero de 1989, Marruecos rechazó hasta el verano de 1997 la celebración de conversaciones directas con los saharauis, a pesar de los llamamientos de NNUU y de la OUA en ese sentido, y utilizó tácticas dilatorias para impedir la celebración del referéndum.
Desde 1992 hasta 1997 la situación permaneció bloqueada. Marruecos rechazó retirar sus fuerzas militares y administrativas para dar paso a un referéndum libre de coacciones. El rey Hasán II descartó la celebración de un referéndum genuinamente libre debido a la incertidumbre de los resultados que podía arrojar, y por la situación de inestabilidad interna vivida en Argelia durante los años noventa. Tanto las grandes potencias como NNUU fracasaron a la hora de presionar al rey para que pusiera fin al conflicto. Se puede afirmar con total objetividad que Marruecos incumplió las condiciones del Plan de Paz al intentar añadir decenas de miles de individuos a la lista de votantes que había sido acordada inicialmente, y creó numerosas trabas frente a los intentos de NNUU de celebrar un referéndum libre, imparcial y transparente tal como se acordó en NNUU[1]. Otras causas que llevaron al bloqueo de la situación estriban en el fracaso de Marruecos y el Polisario a la hora de establecer los criterios para confeccionar la lista de votantes, y en la sorprendente parcialidad del ex Secretario General de Naciones Unidas, Boutros Boutros-Ghali, a favor de la posición marroquí. El Frente Polisario aceptó la mayor parte de las modificaciones introducidas en el proceso de identificación de votantes, el cual se basa en el censo español de la población saharaui de 1974.
En 1996 la reanudación de la guerra era una amenaza que se cernía sobre la región. A pesar de ello, la elección de James Baker por parte del Secretario General de NNUU, Kofi Annan, en marzo de 1997 como su Enviado Personal para el Sáhara Occidental despertó cierto optimismo de cara a alcanzar una solución pacífica. La estatura política del ex Secretario de Estado estadounidense dificultaba a Marruecos negarse a establecer negociaciones directas. Así pues Marruecos y el Polisario celebraron varias rondas de negociaciones en Londres, Lisboa y Houston. Ésta última, celebrada en septiembre de 1997, tuvo como resultado la firma de acuerdos relativos a las principales cuestiones contenciosas, como los criterios de identificación, el confinamiento de tropas durante el proceso refrendario y el papel de NNUU durante el período de transición. También se acordó un Código de Conducta para garantizar la transparencia del proceso electoral[2]. La fecha del tantas veces prometido referéndum se fijó para el 7 de diciembre de 1998 pero, como se ha convertido en costumbre desde 1992, todavía no ha tenido lugar debido, en gran parte, a las exigencias marroquíes de incluir un número adicional de votantes. A pesar de que el proceso de identificación ha sido completado, Marruecos ha seguido planteando más exigencias.
Varios acontecimientos importantes tuvieron lugar en 1999. En primer lugar, el proceso de identificación de votantes se concluyó oficialmente en diciembre de 1999, y los resultados se hicieron públicos por parte de NNUU en enero de 2000. A partir de la lista de 86.381 votantes censados a lo largo de los nueve años anteriores en base a los criterios aceptados por ambas partes se puede deducir de forma lógica que el resultado del referéndum sería favorable a la independencia, debido a que el número de votantes es próximo al del censo español. Precisamente esto explica por qué Marruecos usó y abusó del proceso de apelación, que fue establecido por NNUU en el Plan de Paz así como en los Acuerdos de Houston, para presentar 130.000 apelaciones, de las cuales el 95 por ciento carecían de cualquier fundamento legal o práctico. La intención de Marruecos ha sido desde entonces la de convertir el proceso de apelación en un segundo proceso de identificación, con el fin de ganar tiempo y crear una situación de hechos consumados. El objetivo principal de estas tácticas dilatorias ha sido el mantenimiento de la presencia marroquí en los territorios ocupados del Sáhara Occidental a través de la implantación de colonos y de la realización de proyectos de desarrollo económico, además de la imposición de su presencia militar[3]
En segundo lugar, la elección de Abdelaziz Bouteflika en Argelia y su determinación para mejorar las relaciones con el vecino de oeste, así como la voluntad del rey Hasán II para cooperar con Bouteflika creó nuevas expectativas ese mismo año. La aparente reanimación de la inactiva Unión del Magreb Árabe (UMA) creó esperanzas de que se pudiera alcanzar una solución regional concertada para este interminable conflicto. De todas formas, la repentina muerte del rey Hasán II en julio complicó la situación puesto que, pese a lo radical de su posición, sólo Hasán era capaz de tomar una decisión atrevida en lo referente al Sáhara Occidental. A pesar de que él nunca tuvo en cuenta seriamente la tercera vía, es decir la autonomía para los saharauis, Hasán II gozaba de un poder excesivo y se podía permitir, si fuera necesario, la celebración de un referéndum sin poner a la monarquía en peligro. Su sucesor, Mohamed VI, no tenía ese tipo de autoridad. El reparto de poder entre la monarquía y el ejército ha variado desde el fallecimiento de Hasán II. Es por eso que Mohamed VI difícilmente se podría permitir tomar decisiones arriesgadas en el tema del Sáhara Occidental. El argumento central de este artículo es que la noción de la tercera vía surgió en este preciso contexto, y que el apoyo de Francia y EEUU a esta opción ha dado a la tercera vía su razón de ser.
El origen de la tercera vía
Aunque ya se comenzó a hablar de la autonomía en los años ochenta, la tercera vía saltó a primera plana a principios de 2000, coincidiendo con el anuncio de Annan de que el referéndum no tendría lugar antes de 2002, como muy temprano. En abril James Baker visitó la región del Magreb para estudiar la posibilidad de aplicar los Acuerdos de Houston y cómo superar los problemas concretos que impedían la ejecución del Plan de Paz. Baker se mostró pesimista, principalmente a causa de los obstáculos creados por Marruecos y por sus tácticas dilatorias, que fueron posibles debido a la pasividad de NNUU y a la falta de determinación por parte de Francia y EEUU, que temían desestabilizar la frágil transición marroquí. Sorprendentemente, la idea de una tercera vía surgió no porque fuera considerada una posible solución política para un problema intrincado, sino porque tanto Francia como EEUU llegaron a la conclusión de que Marruecos jamás aceptaría los resultados de un referéndum, reconociendo así de forma implícita que un referéndum libre y transparente conduciría a la independencia del Sáhara. Aunque ni EEUU ni Francia hayan pedido públicamente que NNUU abandone el referéndum, ambos países han brindado su apoyo a Kofi Annan, quien no ha ocultado su preferencia por la así llamada tercera vía. En su informe al Consejo de Seguridad (CS) en mayo de 2000, Annan declaraba que Habida cuenta de las dificultades surgidas a lo largo de los años para resolver sus recurrentes diferencias, y el hecho de que el Plan de Arreglo no incluía ningún mecanismo para hacerlo cumplir, es indispensable que las partes [Marruecos y el Frente Polisario] ofrezcan ahora soluciones específicas y concretas para los múltiples problemas relacionados con la aplicación del Plan que puedan convenirse, o bien estén dispuestas a estudiar otros medios para lograr una solución pronta, duradera y convenida de la controversia relativa al Sáhara Occidental[4]. El CS de NNUU aprobó el informe de Annan e insinuó que las dos partes deberían adherirse a la tercera vía. El Consejo decidió prorrogar el mandato de la MINURSO hasta el 31 de julio de 2000, con la expectativa de que las partes presentarán al Enviado Personal del Secretario General las propuestas concretas y específicas en que convengan para solucionar los múltiples problemas relacionados con la aplicación del Plan de Arreglo, y examinarán todos los medios para lograr una solución pronta, duradera y convenida de la controversia respecto del Sáhara Occidental[5]. Obviamente estas últimas palabras suponen una referencia a la tercera vía. El mayor problema de esta resolución es que, en lugar de intentar ayudar a las partes para superar los obstáculos con el fin de aplicar el Plan de Paz, sugiere una alternativa que no respetaría resoluciones y acuerdos anteriores. La resolución también creó una crisis dentro de NNUU puesto que la mayoría de sus estados miembro aún apoya el Plan de Paz
El resultado directo de dicha resolución fue el endurecimiento de la postura marroquí, tal como se pudo comprobar el 28 de junio durante la reunión con el Frente Polisario celebrada en Londres. Como era de esperar, los marroquíes dieron a entender que estarían dispuestos a considerar alguna forma de autonomía y no hicieron ninguna referencia a la consulta refrendaria[6]. Kofi Annan admitió en su informe del 12 de julio de 2000 que en lugar de resolver problemas, [la reunión] en realidad había hecho retroceder la situación, ya que se habían ahondado las diferencias entre las partes[7]. Una lectura detenida del informe deja claro que tanto James Baker como Kofi Annan favorecían otra opción que no fuera el referéndum, el cual veían como una fórmula del tipo el ganador lleva todo. El informe carecía de cualquier referencia al hecho de que el proceso de descolonización en los antiguos territorios coloniales, a pesar de los diversos arreglos, siguió precisamente el modelo deel ganador lleva todo, que dio lugar a la independencia.
Tanto Annan como Baker mostraron de forma clara su escepticismo con respecto a que un referéndum pueda tener lugar, e instaron a ambas partes a que alcanzasen una solución política ya que una solución política es muy preferible a la ruptura del proceso, que podría dar lugar a que se reanudaran las hostilidades, lo que debe evitarse a toda costa. Obviamente ni EEUU ni Francia, cuya parcialidad a favor de Marruecos no deja lugar a dudas, deseaban presenciar un retorno a las hostilidades.
Sin el consentimiento de Argelia y del Polisario hacia latercera vía, imponer dicha opción no sólo produciría desestabilización en la región en general, sino que también acarrearía graves consecuencias internas tanto para Argelia como para el reino de Marruecos. Esto puede explicar por qué EEUU envió un alto cargo de la Secretaría de Estado, Ronald Neumann, a la región para que se entrevistara con dirigentes del Polisario y les disuadiera de reemprender las hostilidades. Los líderes saharauis, por su parte, le reiteraron su determinación a retornar a la guerra en caso de que NNUU abandonase el Plan de Paz a favor de la autonomía, independientemente del grado de autonomía propuesta[8]. La oposición argelina[9] y saharaui a la tercera vía, así como la adhesión a las resoluciones de NNUU por parte de Estados miembros, obligó al CS a adoptar una resolución más equilibrada. Aunque se acogía con beneplácito el informe de Annan, el CS reiteró su pleno apoyo a los intentos que sigue realizando la Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental (MINURSO) para aplicar el Plan de Arreglo y los acuerdos adoptados por las partes para la celebración de un referéndum libre, justo e imparcial sobre la libre determinación del pueblo del Sáhara Occidenta[10]. Asimismo, se prorrogaba el mandato de la MINURSO hasta finales de octubre de 2000. A pesar de todo ello, el problema permaneció inalterado dado que no se tomaron acciones tangibles para hacer avanzar el Plan de Paz. Mientras Marruecos empezaba a contemplar la posibilidad de un alto grado de autonomía para los saharauis bajo soberanía marroquí, tanto los saharauis como los argelinos sostenían que solamente el Plan de Paz de NNUU acordado por las partes podía dar una solución al conflicto. Cabe destacar el hecho de que, mientras la tercera vía se convertía en una referencia, Marruecos no mostró absolutamente ningún interés en hacer propuestas concretas sobre esa opción. Dicho a las claras, Francia ideó ese concepto y convenció a EEUU de que podía ser la mejor opción para resolver el conflicto[11].
En otoño del año 2000, Marruecos, aún diciendo respetar las resoluciones de NNUU y los Acuerdos de Houston de 1997, insistía en la anexión del Sáhara Occidental dentro del reino de Marruecos[12], al tiempo que hacía propuestas vagas sobre una amplia autonomía para los saharauis en el marco de la soberanía marroquí y la integridad territorial[13]. Los saharauis, al igual que los argelinos, siguieron apoyando el Plan de Paz, mientras que, según Annan, Marruecos reafirmó su disposición a examinar (&) todos los medios que permitieran encontrar una solución duradera y definitiva, teniendo en cuenta la soberanía y la integridad territorial de Marruecos, así como las características de la región, sobre la base de los principios democráticos y de descentralización que Marruecos deseaba establecer y aplicar, empezando con la región del Sáhara[14]Queda patente que el papel jugado por las grandes potencias, en concreto por Francia y EEUU, ha fortalecido la posición marroquí en el Sáhara Occidental. En particular, Francia no sólo ha reforzado la oposición marroquí al referéndum, sino que además ha llevado a cabo grandes esfuerzos para debilitar al régimen argelino. Por lo tanto, y con el fin de entender el desarrollo de los acontecimientos acaecidos desde la primavera de 2001, es importante revisar, aunque sea brevemente, los papeles que Francia y EEUU han jugado en este conflicto.
Francia, EEUU y la tercera vía[15]
A pesar de la hegemonía estadounidense en el mundo, el papel de Francia en el Magreb continúa siendo preponderante. Con respecto al conflicto en el Sáhara Occidental, la neutralidad oficial francesa es similar a la neutralidad de EEUU en el conflicto israelo-palestino. En otras palabras, Francia es tan pro marroquí como EEUU es pro israelí. Ni los conservadores ni los socialistas franceses han sido jamás partidarios de que se cree un Estado saharaui independiente. En el contexto geopolítico actual, es seguro que Francia seguirá oponiéndose a que surja un nuevo Estado en un área que considera vital desde un punto de vista económico, estratégico y militar.Independientemente de los altibajos del pasado, las relaciones entre Francia y Marruecos han sido fuertes y estables. La amistad del presidente Jacques Chirac con el monarca marroquí no es ningún secreto. Por su parte, los socialistas han apoyado al primer ministro Abderrahman Yusufi desde que fuera nombrado por el rey Hasán II en 1998. También son importantes las consideraciones económicas, pues Francia es el principal socio económico de Marruecos.
Francia ha apoyado la posición marroquí en el Sáhara Occidental. De hecho, exhortó a algunos países africanos para que retiraran su reconocimiento de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD). Francia desea la anexión de Sáhara Occidental por parte de Marruecos. No hay duda de que los factores que han tendido a debilitar al régimen argelino, especialmente al ejército[16], sirven al objetivo francés de apoyar a Marruecos en el Sáhara Occidental sin alienar a Argelia, ya que los ataques contra el régimen argelino no procedieron siempre del Gobierno francés, sino también de intelectuales, ONG y políticos de ese país[17].
En resumen, es de esperar que Francia continúe apoyando a Marruecos en el tema del Sáhara Occidental y contra su vecino argelino, que apoya a los saharauis, especialmente en un momento en el que el joven monarca tiene que enfrentarse a serias dificultades domésticas.
EEUU es un aliado tradicional de Marruecos. De todos modos, la mejora de las relaciones con Argelia hace que un apoyo incondicional a Marruecos no resulte plausible. Es más, el Congreso estadounidense, a pesar de las posiciones pro marroquíes del lobby israelí, no ha sido tan abiertamente pro marroquí como lo ha sido la Administración de EEUU. De hecho, los saharauis cuentan con un apoyo firme por parte de algunos congresistas demócratas y republicanos. Esto explica por qué la Administración ha querido evitar la reanudación de las hostilidades, pues es consciente de que, en semejante escenario, el Congreso no apoyaría el envío de ayuda militar a Marruecos. La Administración ha sido también cautelosa con tal de no alienar a Argelia[18].
Al contrario que Francia, quien prefiere mantener relaciones bilaterales y una política del tipo divide y vencerás, las autoridades de EEUU han tratado de alcanzar una resolución del conflicto saharaui aunque preferiblemente a favor de Marruecos con el fin de acelerar el proceso de integración regional sobre el que se basa su iniciativa económica Eizenstat[19]. Los estadounidenses esperan que tal integración cree las condiciones para un mercado lo suficientemente amplio como para atraer las inversiones norteamericanas.
No obstante, cualesquiera que sean sus respectivos objetivos, tanto Francia como EEUU siguen respaldando la tercera vía porque están convencidos de que los saharauis ganarían un referéndum limpio y transparente, y que Marruecos jamás aceptaría semejante veredicto. Pero en lugar de forzar a Marruecos a seguir una vía legal, estos dos países han creado una manera de burlar el referéndum. En otras palabras, al contrario de lo que ocurrió en el caso de Iraq-Kuwait, el colonizador sería recompensado por no ceñirse a la legalidad internacional. Es desde esta perspectiva que se ha de analizar el intento de mayo-junio de 2001 de sustituir el referéndum por la tercera vía.
El plan marroquí
A pesar de que Marruecos negara oficialmente haber propuesto una alternativa al Plan de Paz, lo cierto es que hizo llegar a los saharauis, a través de James Baker, un plan de autonomía para el Sáhara Occidental. Antes de abordar dicho plan, hay que destacar que en el año 2001 NNUU ha llevado a cabo esfuerzos intensos para imponer la llamada tercera opción. Tras la crisis creada a raíz del paso del rally París-Dakar por el territorio del Sáhara Occidental en enero del mismo año, cuando el Polisario suspendió en el último momento la reanudación de las operaciones militares debido a la intervención crucial de Argelia (así como de NNUU y de EEUU), Kofi Annan hizo mención en su informe de febrero de 2001 a la posibilidad de llevar a cabo el proceso de apelación de forma sumaria, al mismo tiempo que trataba de legitimar la misión de su Enviado Personal, James Baker, para alcanzar una solución alternativa al conflicto que resultara aceptable para ambas partes. La referencia al proceso de apelación es crucial porque la misma NNUU reconocía, en sus propias palabras, que podría hacer algo más al respecto, y lo que es más, de una forma rápida, lo cual posibilitaría la celebración del referéndum de autodeterminación del pueblo saharaui. La idea de abandonar el Plan de Paz recibió otro impulso en el informe de Annan del 24 de abril de 2001[20], en el que ya no aparece ninguna referencia a la posibilidad de llevar a cabo el proceso de apelación de forma sumaria. En su lugar se insistía en la conclusión que el único progreso registrado había sido la búsqueda de una tercera vía para resolver el conflicto. La crisis causada a raíz del informe del Secretario General del 20 de junio de 2001 era de esperar y ya había sido preparada: a pesar del rechazo repetido y explícito de cualquier tercera vía por parte del Frente Polisario, y de que pocos meses antes NNUU había reconocido que podía resolver rápidamente el problema de las apelaciones eliminando, de ese modo, el último obstáculo de cara la celebración del referéndum de autodeterminación Annan decidió infringir abiertamente la legalidad internacional y los principios fundamentales de la Carta de Naciones Unidas al tratar de imponer la tercera vía, ahora rebautizada con el nombre de acuerdo marco, como la única solución al conflicto del Sáhara Occidental.
El plan[21], que fue entregado al Polisario el 5 de mayo de 2001, simplemente consagraría la integración del Sáhara Occidental dentro de Marruecos. Los líderes del Polisario vieron en este plan una copia al carbón de las visiones marroquíes, y creyeron que, si se daba a conocer el contenido del plan, la reputación de Baker como negociador se vería perjudicada. El Polisario rechazó ese plan de forma inmediata y total, pero aceptó mantenerlo oculto debido a su embarazoso contenido, y envió un emisario a Nueva York con una contrapropuesta que pretendía superar el impasse al que se había llegado, permaneciendo dentro del marco del Plan de Paz de NNUU de 1991. No hay duda de que Annan estaba decidido a imponer el Plan Baker al CS. Algunos detalles del plan fueron filtrados a la prensa española. Los días 14 y 15 de junio de 2001 el diario El País daba a conocer que, bajo la autonomía marroquí según el Plan Baker, los saharauis gozarían de un nivel de autogobierno muy inferior al de la comunidades autónomas en España. Así es como la opinión pública descubrió, incluso antes de que se hiciera público el informe de Annan que, según el Plan Baker, a los saharauis se les ofrecerían algunos ilusorios poderes ejecutivos y legislativos. La asamblea legislativa sería elegida por los saharauis, pero también por los colonos marroquíes (!). La proposición más escandalosa es que cualquier persona residente en el territorio durante más de un año tendría derecho a votar para elegir la asamblea. En el esquema propuesto, Marruecos poseería la total soberanía del territorio, incluyendo moneda, bandera, aduanas, asuntos exteriores, defensa nacional, justicia, comunicaciones, asuntos internos y policía. Objetivamente hablando, difícilmente se puede distinguir el plan propuesto del dominio colonial francés y británico durante los años cincuenta y sesenta. Aunque la propuesta no descarta el referéndum por completo, éste habría de esperar durante un período interino de cinco años. Teniendo en cuenta que los marroquíes controlarían el interregno, no hay ninguna duda de que el Sáhara Occidental acabaría siendo integrado en el reino de Marruecos. Dicho de otra forma, Marruecos permitiría un referéndum de autodeterminación bajo la condición de que el Sáhara Occidental siga siendo marroquí (!).
La propuesta marroquí no tenía nada de sorprendente. Sin embargo el hecho más asombroso es que Baker y Annan se convirtieran en sus paladines. Lo cierto es que Annan ha presentado la propuesta marroquí como un acuerdo marco sobre el estatuto del Sáhara Occidental de NNUU[22]. Con tal de convencer a los saharauis y a otras partes afectadas por el conflicto (Argelia y Mauritania) para que aceptasen la propuesta de NNUU/Marruecos, Annan recalcó en su informe al CS que, a excepción del alto el fuego, las disposiciones más importantes del Plan de Paz habían fracasado. Sorprendentemente, en el párrafo 22, Annan adopta la visión de Javier Pérez de Cuéllar expresada en su informe del 19 de diciembre de 1991 respecto a la dificultad de identificar a los votantes saharauis, a pesar de que es bien sabido que De Cuéllar hizo esa observación a modo de concesión a los marroquíes pocos días antes de dejar su cargo[23]. Otra vez más, Annan se cuestionaba la posibilidad de celebrar el referéndum por su carácter de tipo el ganador lleva todo.
Un análisis a fondo del informe de Annan demuestra inequívocamente su voluntad de desestimar el Plan de Paz de NNUU porque Marruecos no aceptaría una derrota y porque NNUU supuestamente carece de un mecanismo para hacer cumplir los resultados del referéndum. En resumen, desde la perspectiva de Annan y Baker, como Marruecos no aceptaría una casi segura pérdida del referéndum, NNUU debe renunciar a la posibilidad de la independencia saharaui, ofreciéndoles en cambio una autonomía limitada, o mejor dicho, una integración forzada bajo la soberanía marroquí. Peor aún, el Secretario General argumenta que el marco propuesto a la población del Sáhara Occidental rechazando de este modo la existencia y la identidad del pueblo saharaui ofrece lo que podría ser la última oportunidad en muchos año, e insiste en que esta oportunidad debería ser aprovechada por todas las partes interesadas, ya que redunda en interés de la población del Sáhara Occidental, así como de los países de la región[24].
Argelia rechazó la propuesta del acuerdo marco y acusó a NNUU de haber violado su neutralidad en el conflicto, y a Annan de haber apoyado de forma descarada la opción marroquí[25]. Argelia no ha estado sola al rechazar la propuesta del acuerdo marco. Un número de senadores estadounidenses, como Edward Kennedy, Patrick Leahy y John Kerry expresaron su preocupación por que NNUU fuera a abandonar el referéndum y apoyar una solución que proponga la integración del Sáhara Occidental dentro de Marruecos en contra de la voluntad del pueblo saharaui[26].
La oposición del Polisario, de Argelia, de algunos miembros del Congreso de EEUU y de varios Estados miembro de NNUU como Rusia obligó al CS a medir cuidadosamente las implicaciones de la controvertida y manifiestamente partidista propuesta del Secretario General. El informe se desvía innegablemente de lo acordado en el Plan de Paz de NNUU y la OUA de 1991 que preveía la descolonización del Sáhara Occidental, y viola abiertamente la legalidad internacional. Esto explica por qué, a pesar de la desfachatez del apoyo francés a la posición marroquí, del apoyo estadounidense y británico al enfoque de Baker y del alineamiento de China con Marruecos, se votó por unanimidad una resolución de compromiso en el CS. Este compromiso fue posible gracias a las posición firme de países como Jamaica, Rusia e Irlanda, entre otros. Al parecer, aunque no forma parte del CS, y a pesar de sus múltiples intereses en Marruecos, España jugó un papel positivo y se opuso a que se descartara la opción del referéndum. En la resolución del CS 1359[27], éste simplemente dice haber examinado el informe del Secretario General, sin añadir más comentarios, ni mucho menos adoptarlo como es costumbre. El Consejo prorroga el mandato de la MINURSO hasta el 30 de noviembre de 2001, apoya que las partes se reúnan directamente o celebren conversaciones indirectas y alienta al Polisario y a Marruecos a que negocien el proyecto de acuerdo marco. La resolución niega la tercera vía como la única alternativa al referéndum, puesto que insta a las partes a que examinen cualesquiera otras propuestas para alcanzar una solución política que puedan presentar (...) para llegar a un acuerdo mutuamente aceptable. Aunque no rechaza el borrador del acuerdo marco, la resolución alienta a las partes a que lo discutan y negocien cualesquiera modificaciones concretas que deseen introducir en esta propuesta. Claramente los intentos de Annan de imponer una solución marroquí fracasaron. Es más, el Consejo decidió examinar las propuestas que el Polisario presentó para superar los obstáculos de cara a la celebración del referéndum, propuestas que Annan no quiso tener en cuenta. La resolución mantiene el referéndum como un objetivo.
Conclusión
Además de suponer una violación de los acuerdos internacionalmente reconocidos, la opción de la tercera vía en el Sáhara Occidental es un factor de inestabilidad en la región del Magreb. En tanto que la normalización de relaciones entre Argelia y Marruecos es necesaria para la integración regional, la entrega en bandeja del Sáhara Occidental a Marruecos agravaría las tensiones entre los dos países. Las autoridades argelinas percibirían una acción semejante como una recompensa al irredentismo marroquí, así como una amenaza contra su seguridad nacional, lo que les llevaría a preparar otro conflicto más con Marruecos.
Se puede establecer la hipótesis de que Francia se opone a la integración magrebí, por lo que aviva la rivalidad entre los dos actores regionales más importantes [Argelia y Marruecos], impidiendo así que EEUU, quien ha estado alentando esa integración regional, penetre en un mercado que podría resultar lucrativo, y convertirse en una competencia real para Francia en la zona. Un Magreb unido que represente un mercado más amplio sería definitivamente más atractivo para los inversores norteamericanos.
Se mire como se mire a la tercera ví, bien desde una perspectiva de realpolitik o desde un enfoque basado en el Derecho Internacional, ésta sigue siendo una proposición peligrosa. Y sobre todo, sea cual sea el punto de vista personal sobre este asunto, denegar al pueblo saharaui el derecho a la autodeterminación es un acto de injusticia que pesará sobre las conciencias para siempre.
(Texto original para Nación Árabe traducido por Haizam A. Fernández, N.Á.)
* El autor agradece a Laurence Mazure por sus comentarios sobre una versión inicial de este artículo.
[1] Para más información sobre la connivencia de NNUU con la tácticas marroquíes véase la declaración de Frank Ruddy (vicepresidente de la Comisión de Identificación de la MINURSO en 1994) ante el Congreso de EEUU, Review of United Nations Operations and Peacekeeping, Washington DC, 25 enero 1995.
[2] Zoubir, Yahia H. y Volman, Daniel, The United States and conflict in the Maghreb, Journal of North African Studies, vol. 2, núm.. 3, invierno 1997-98, pp.: 10-24.
[3] Zoubir, Yahia H., Western Sahara: Political economy of a conflict, en Layachi, Azzedine (ed.), Economic crisis and political change in North Africa, Praeger Publishers, 1998, pp.: 149-163.
[4] NNUU, CS. Informe del Secretario General sobre la situación relativa al Sáhara Occidental, S/2000/461, 22 de mayo, 2000.
[5] NNUU, CS. S/RES/1301 (2000), 31 de mayo, 2000.
[6] Entrevista con un dirigente del Polisario que asistió a la reunión.
[7] NNUU, CS. Informe del Secretario General sobre la situación relativa al Sáhara Occidental, S/2000/683, 12 de julio, 2000.
[8] Entrevista del embajador de la RASD en Argel, Malainine Sedik, en el diario argelino Le Matin, 23 de julio, 2000.
[9] Véanse las declaraciones del presidente argelino, Abdelaziz Bouteflika, durante su visita a París en el diario argelino El Watan, 17 de junio, 2000, así como su reiteración de la posición argelina al diario Le Matin, 1 de julio, 2000.
[10]NNUU, CS. S/RES/1309 (2000), 25 de julio, 2000.
[11] En conversaciones del autor con autoridades estadounidenses quedó claro que la idea surgió en París. De hecho, algunos escritores pro marroquíes próximos al Ministerio de Asuntos Exteriores francés adelantaron ya esa idea, como se elaboró en el artículo de Leveau, Rémy y Mohsen-Finan, Khadidja, L'affaire du Sahara Occidental, Etudes, núm. 3221, enero 2000, pp.: 11-22.
[12]Véase Soudan, François, Maroc-Algérie: Embrassades et bruits de bottes, Jeune Afrique/L'Intelligent, núm. 2082, 5-11 de diciembre, 2000, pp.: 37-39.
[13]En palabras del ministro marroquí de Asuntos Exteriores, Mohamed Benaissa, reproducidas en Arabicnews, 9 de diciembre, 2000. A pesar de que algunos diplomáticos hablaron de la voluntad marroquí de conceder un alto grado de autonomía a los saharauis, Marruecos no hizo ningún gesto concreto que apoyase esas afirmaciones. No fue hasta marzo-abril de 2000 que, a regañadientes, Marruecos presentó algunas propuestas rebuscadas.
[14] NNUU, CS. Informe del Secretario General sobre la situación relativa al Sáhara Occidental, S/2000/1029, 25 de octubre, 2000.
[15] Para más detalles sobre este análisis véase Zoubir, Yahia H., Geopolitics of the Western Sahara conflict, en Zoubir, Yahia H. (ed.), North Africa in transition: State, society, and economic transformation in the 1990s, University Press of Florida, Gainesville, 1999, pp.: 195-211, así como Zoubir, Yahia H. y Zunes, Stephen, United States policy in the Maghreb, en ibid., pp.: 227-243.
[16]Por ejemplo, la publicación de dos libros que pretenden involucrar a las fuerzas de seguridad en las masacres de población o en los acontecimientos en la Cabilia. A pesar de la naturaleza dudosa de los dos libros, la publicidad de la que han gozado a nivel mundial ha desacreditado al régimen.
[17]Véase Après les dernières declarations de Védrine, Le Quotidien d'Oran, 23 de junio, 2001.
[18]Entrevistas con altos cargos del Departamento de Estado estadounidense, Washington, DC, mayo de 2000.
[19]Sobre el proyecto Eizenstat, véase el artículo de Rashid Khashana EEUU vs Unión Europea: seguridad en el Magreb y Nuevo Orden Regional, Nación Árabe, núm. 43, invierno 2001, pp.: 79-85. [Nota de N.Á.]
[20] NNUU, CS. Informe del Secretario General sobre la situación relativa al Sáhara Occidental, S/2001/398, 24 de abril, 2001.
[21] Representación para Europa del Frente Polisario, Bruselas, 20 de junio, 2001. Véase asimismo NNUU, CS. Informe del Secretario General sobre la situación relativa al Sáhara Occidental, S/2001/613, 20 de junio, 2001, pág. 2.
[22] NNUU, CS. Informe del Secretario General sobre la situación relativa al Sáhara Occidental, S/2001/613, 20 de junio, 2001.
[23] Zoubir, Yahia H. y Volman, Daniel, The new world order and the case of the Western Sahara: US foreign policy in transition, Mediterranean Quarterly, vol. 4, núm.. 2, primavera 1993, pp.: 108-120.
[24] NNUU, CS. Informe del Secretario General sobre la situación relativa al Sáhara Occidental, S/2001/613, 20 de junio, 2001, párrafo 60.
[25] NNUU, CS. Carta de fecha 21 de junio de 2001 del Representante Permanente de Argelia ante NNUU enviada al Presidente del CS. S/2001/623, 22 de junio, 2001.
[26]Senado de EEUU. Carta al Secretario de Estado, Colin Powell, 22 de junio, 2001. Véase también la carta que algunos congresistas estadounidenses como Joseph Pitts y Donald Payne remitieron al presidente George Bush, 19 de junio, 2001.
[27]NNUU, CS. S/RES/1359 (2001), 29 de junio, 2001.