La aparentemente andrógina resolución 1754 del Consejo de
Seguridad aprobada por unanimidad el pasado treinta de abril se
está convirtiendo en un texto paradigmático en el
ámbito de las variedades interpretativas vinculadas a un mismo
escrito. Pero más allá de la insoportable afición
por la ambigüedad que suelen manifestar los omnipotentes
miembros del afamado consejo a la hora de pisotear cínicamente
las convenciones internacionales, hay que reconocerle a este
último engendro suyo que a pesar de su total disposición
a ser leído e interpretado según le venga en gana al
lector, su imperturbable esencia semántica reitera fuerte y
claramente lo que todo el mundo sabe y calla: la solución del
conflicto del Sahara Occidental pasará inevitablemente por el
derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui. Todo lo
demás es paja y fuegos fatuos impuestos por los valedores de la
potencia ocupante para que ésta reviva una vez más la
quimera de que está acompañada y apoyada por los
más fuertes. Y en realidad así es, son los más
fuertes, aunque no hay que olvidar que hay algo mucho más fuerte
y sólido que la simple fuerza física y es, por muy
increíble que parezca, la legalidad internacional. Se
podrán mofar de ella durante algún tiempo para lograr
intereses espurios pero no les será permitido, de una u otra
manera, perpetuar la injusticia en la piel de un pueblo pacífico
y sencillo que se ha prestado a todo tipo de concesiones para evitar el
terrible jinete de la guerra. De hecho, ha renunciado a casi todo y no
le queda más que su preciada dignidad, es decir, su derecho a la
libre autodeterminación. Aun así, hay ciertos
intelectuales ensañados con esa desamparada beduindad a la que
no cesan de lanzar sus dardos e intentan por todos los medios
despojarla de esa dignidad definiéndola en términos de
comodidad, estómago lleno y comercio a mansalva... y cree el
ladrón que todos son de su condición. A sabiendas de la
relatividad del concepto, estos aplaudidores a destajo del
miramamolín alauita Mohamed VI de Marruecos quieren imponer a
todo un pueblo su visión de la dignidad humana que es,
según parece, la calidad de tener la manduca rebosante de
jama, soltar los pies al libre nomadismo y hartarse de trueques y
retrueques. Los hay que necesitan de un buen tirón de orejas
para ver si se dignan en aterrizar y, si no la suya, si es que la
tienen, al menos que respeten la dignidad ajena.
Dicho esto, es bueno saber que la última (ir)resolución del Consejo de Seguridad ha sido concebida y parida en un contexto internacional más bien indiferente ante la cuestión del Sahara Occidental aunque cabe destacar el protagonismo insomne de la tríada valedora del ilegal e ilegítimo proyecto de autonomía presentado por Marruecos (Estados Unidos, Francia y España) lo que en cierta manera ha causado un alineamiento diplomático promarroquí sin precedentes y de una gravedad desconocida desde hace años. Afortunadamente, la torpeza de los valedores de Marruecos, como el inepto Moratinos y su media naranja Zapatero, ha conseguido el milagro de que cuando mejor lo tenía Marruecos se haya dictado una resolución que perjudica notablemente la estrategia marroquí de anular al POLISARIO como interlocutor.
La postura de Estados Unidos, es ante todo coyuntural, pues el lobby cubano anticastrista de Alberto Cárdenas y judío sionista de Eliot Abrams, atizados por el fantasma ubicuo de Al Qaeda y por los 30 millones de dólares invertidos por la propaganda marroquí en convencerles, se encargaron de fijar el nuevo rumbo americano respecto al conflicto del Sahara Occidental que, por lo demás, es un conflicto que desconocen totalmente. Como se dice, la ignorancia es atrevida.
El caso de
Francia es algo más atávico. Los gobernantes franceses no
le perdonan a los saharauis el hecho de ser el único pueblo de
la región que no les dejó acampar a sus anchas en su
territorio, convirtiéndose, tras casi un siglo dependiendo de
España, en una diminuta isla hispanófona en un enorme
océano francófono que, a propósito, los galos no
dudaron en bombardear con NAPALM para echarle una manita a
Hassán II en su operación de limpieza étnica
llevada a cabo a mediados de los setenta.
En lo que respecta a España, la España de Zapatero se
entiende, su intervención en este sucio asunto de la connivencia
para eclipsar la legalidad internacional en el conflicto del Sahara
Occidental es la más ruin, cochambrera y repugnante de las tres,
pues refleja la desvergüenza y la cobardía de sus infames
autores. Si en la violación de la legalidad internacional en el
Sahara Occidental por parte de Marruecos, Estados Unidos ha ofrecido un
relativo apoyo moral al ocupante mientras que Francia está
ofreciendo todo el apoyo material necesario, el Gobierno de
España, sin embargo, es el peor parado al ofrecerse voluntaria y
talentosamente a ejercer de mamporrero en la violación de su
propia hija, el Sahara Español. Para que luego nos hablen de
dignidad...
Pero lo
patético del caso es que por muchas labores de zapa que lleve a
cabo Zapatero, en realidad y afortunadamente para los saharauis,
Zapatero ni pincha ni corta... sólo sonríe. Aunque
también insulta, como lo está haciendo diariamente con el
pueblo español que en su mayoría apoya la
celebración de un referéndum de autodeterminación
en el Sahara Occidental. Y claro, ignora el proverbio sudafricano que
reza así: “No insultes al cocodrilo mientras tengas los pies en
el agua”.
Canarias,17 mayo de 2007
* Sergio Ramírez Galindo…….ULPGC
Carlos Ruiz Miguel…………USC
Manuel de paz Sánchez……..ULL
Larosi Haidar………………..UGR