FOSA COMUN DE VIVOS
Olmy Mesa (Salka Embarek)
Sobre un suelo ennegrecido por la falta de higiene, acumulada durante años, y entre paredes infectadas de cucarachas, que recorren con total libertad cada hueco, esquina y superficie de las celdas, se acinan cientos de personas presas en la Cárcel Negra del Aaiún. Entre ellos, se encuentran algunos de nuestros compañeros y amigos, activistas de derechos humanos, cuyo único delito, ha sido la lucha pacífica por la libertad, por el respeto a la dignidad y por el reconocimiento de nuestro pueblo a su independencia.
Esos son los motivos por los que la autoridad judicial marroquí los ha encerrado en esta fosa común de vivos. Han sido, durante años, secuestrados, torturados y humillados, para terminar presos en el infierno. Aunque para nuestros compañeros, esta cárcel no es más que otro símbolo de la represión y la injusticia del régimen marroquí que, por desgracia para el pueblo saharaui, dura más de treinta años.
Marruecos miente. Y su mentira traspasa ya sus fronteras y las fronteras del país que ha invadido. Miente cuando dice que experimenta una apertura hacia la democracia y que la llegada al poder de Mohamed VI, hijo de un asesino, al que hace honor, iba a repercutir positivamente en esa apertura. Miente cuando niega la violación de los derechos humanos y las torturas a los ciudadanos saharauis, miente cuando nos asegura que en sus cárceles se observa una justa normativa carcelaria propia de los países modernos, miente cuando desacredita a los presos políticos en huelga de hambre, a los que no presta ni la mínima asistencia sanitaria, pero miente porque tiene miedo, porque se siente acorralado entre la presión internacional y la capacidad de los saharauis para seguir luchando y reclamando sus derechos a pesar de las rejas y la miseria a la que los ha condenado, les asusta ese valor casi sobrehumano, de nuestros compañeros, para emprender una huelga de hambre en medio de las severas condiciones en las que se encuentran y que, a las autoridades marroquíes se les escapa de las manos. No encuentran la forma de hacerlos callar. Ni la violencia arrojada contra los manifestantes en las ciudades ocupadas, ni las violaciones, ni las torturas, ni los secuestros, ni el pesado aislamiento de las cárceles les hace callar a estos saharauis, que encima gozan de la simpatía del resto del mundo, como para que alguno de ellos se les muera en sus miserables dependencias. Desde hace más de un mes, los presos políticos saharauis, mantienen una huelga de hambre indefinida que los debilita por momentos y les está produciendo males irreversibles.Por eso, Lehsen Zraiguinat ha sido devuelto a su casa bajo libertad condicional, su estado de salud es ya extremadamente crítico y las autoridades judiciales y carcelarias, no quieren asumir la responsabilidad de su posible muerte.
Se les acaban los recursos al gobierno marroquí, que sigue cerrando las puertas a las delegaciones extranjeras por miedo a que sean testigos del estado de sitio en el que mantienen a la ciudad del Aaiún y a otras ciudades del territorio saharaui. Marruecos miente y sus mentiras son ya un secreto a voces. No se puede tapar el sol con un dedo.
La Cárcel Negra del Aaiún, es un hervidero de enfermedades e inmundicias, tras las rejas, malviven cientos de personas que abarrotan las celdas sin espacio incluso para dormir con las piernas estiradas. Para el gobierno marroquí y para la institución carcelaria, estos seres no son humanos, no tienen derechos, ni posibilidades de reinserción, están condenados a pasar sus días en el infierno.
Nuestros compañeros, que viven cada día ese infierno y haciendo alarde de una fortaleza moral sobresaliente, nos siguen demostrando su capacidad de lucha y honradez para con sus ideas y para con su pueblo, con el que se han comprometido de por vida, a pesar de la secuelas físicas que esta lucha les está dejando, porque como dijo Mahatma Gandhi, "la fuerza no proviene de la capacidad física, sino de la voluntad indomable".
Todo ello con un sólo fin: DEMOSTRAR QUE NUESTRA LUCHA ES NOBLE Y JUSTA.
Cuando vemos estas imágenes que alguien, jugándose la vida, nos ha querido entregar, nos sentimos obligados a difundirlas y a analizarlas, para que todos seamos testigos, para que todos los ojos vean, para que todos los corazones sientan, para que todas las bocas hablen.
Por un Sáhara libre.
Olmy Mesa (Salka Embarek)
Día 18 de Septiembre de 2005
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