OPINION

 

Cuando el verdugo juega a dar lecciones...

Naji Yeslam

(Trad. del francés por L.Haidar)

Los lectores de la rúbrica "opinions" han tenido que sufrir en los últimos tiempos los ataques, ora frontales y brutales, ora pérfidos y mezquinos, del denominado Ali uld Lembarki, cuyo verdadero nombre es Mohamed Ali uld Al-Ghazi. Este torturador, muy cercano al antiguo jefe de los Servicios Secretos saharauis Omar Hadrami, encarnaba todos los defectos que no podían más que disgustar a la mayoría de saharauis que nutren la ardiente esperanza de hacer de esta tribuna "opinions" un foro de intercambios sincero y creíble, susceptible de animar al pueblo saharaui a iniciar las reformas necesarias e indispensables de las estructuras del F. Polisario y de la RASD.

Oficialmente, mudarrib (instructor) que debía velar por "disciplinar" en los centros de la Mukataa, Tresiu Mohamed Ali, Mojamitu para los íntimos, junto a su oficial directo de nombre Ahmattu (que tras los acontecimientos trágicos de 1988 decidió abandonar el Polisario para irse a vivir a Mauritania) se encargaba de identificar y de "tratar" en la Sexta Región Militar a ciudadanos saharauis acusados, a menudo sin pruebas tangibles, de formar parte de shabakat (redes) que ciertos países vecinos, particularmente Marruecos y Mauritania, habrían constituido en el seno de las estructuras del Polisario. A lo largo de todo este periodo, Tresiu demostró en el cumplimiento de su "misión" un excesivo entusiasmo que muchos saharauis, hoy en día, continúan reprochándole; un entusiasmo que, según algunos, le hizo ganar rápidamente la confianza de su patrón de turno, Omar Hadrami, quien le designó, para sorpresa de todos (Tresiu, que habla un castellano poco envidiable, no tenía ningún dominio de la lengua francesa), oficial de lamn (Servicios de Seguridad) en Francia; misión que consiste en no sólo intentar establecer contactos con la oposición marroquí sino también en vigilar la al-yalia (comunidad) saharaui e informar regularmente a la "Central" de los actos y gestos de los sucesivos representantes del F. Polisario en Francia (Mohamed Fadel Ismael, Mohamed Sidati, Habib Bujreis y Baba Mustafa Sayed).

Con un nivel cultural por debajo de la media, muy arrogante y creído de sí mismo, Tresiu que, además, tenía un amor pronunciado por el lujo y la carne fresca, lo tiene todo para desagradar a sus interlocutores y suscitar su enemistad. Esto explicaría, seguramente, el hecho de que lo mismo sus compatriotas de la comunidad saharaui de París y sus alrededores como los miembros de la Comisión de las Relaciones Exteriores del F. Polisario no ocultaron su alivio cuando, a principios de los noventa, Baba Mustafa Sayed, probablemente tras constatar la inutilidad de su presencia en Francia, solicitó y obtuvo del Ministerio de Asuntos Exteriores de la RASD su vuelta a los campamentos de refugiados saharauis en Tinduf.

Queriendo aparentemente vengar su pasado poco glorioso, Mohamed Ali uld Al-Ghazi parece divertirse denigrando a la dirección del F. Polisario y sus instituciones mediante críticas excesivamente acerbas y a menudo infundadas. No contento con atacar abusivamente a los dirigentes saharauis considerados colectivamente como corruptos y ladrones de la ayuda humanitaria concedida a su pueblo por las organizaciones internacionales, Tresiu, llevado por un arrebato aniquilador de destruirlo todo y ensuciarlo todo, ni siquiera parece perdonar a los honestos y sencillos saharauis...

Al reflexionar sobre la oscura trayectoria de Mojamitu y darse cuenta de que en ningún momento de sus numerosos escritos, en el marco de la rúbrica "opinions", consideró útil dirigir de cerca o de lejos la menor crítica al régimen marroquí o denunciar sus degradantes e inhumanas prácticas contra los saharauis, yo me pregunto en nombre de qué este personaje sulfuroso puede permitirse seguir queriendo darnos, de manera continua, lecciones de ética y de moral y, al mismo tiempo, nutrir la pretensión dislocada de creerse apto para aconsejar a nuestros dirigentes sobre la buena vía a seguir para gestionar los asuntos de su pueblo...

Con esta impostura nos damos cuenta, en todo caso y verdaderamente, de hasta qué punto la democracia ofrecida por Internet generalmente no es más que una desagradable y engañosa ilusión...

Naji Yeslam, antiguo cursillista de la Mukataa y ex víctima de Mujamitu (Tresiu), alias Ali uld Lembarki.

18.04.06


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