En poco menos de ocho meses, en España, se celebrarán
elecciones generales. Dentro de casi nada (o sin el casi, si se quiere)
la maquinaria electoralista montará y desmontará los
respectivos escenarios de sus verbenas a la velocidad de un rayo.
Malabaristas y demás genios del circo electoral se
encargarán de entretener a sus incondicionales haciendo lo que
mejor saben, mentir. Cuando de los comicios se trata, todo vale. Nada
permanecerá ajeno a las inquietudes de los partidos
políticos, cualquier preocupación de un determinado grupo
social es recogida en sus programas electorales. Los colectivos
minoritarios, en este caso, suelen gozar de una especial
atención. Todos los defensores de todas las causas son
bienvenidos. Se trata de un período en el que la desidia de los
déspotas políticos desaparece por arte de magia. Comienza
el delirio.
En un brillantísimo trabajo reciente de la escritora Ana
Camacho, titulado "Zapatero,
a la caza de una foto con el Polisario", en el que desvela las
ansias de los dirigentes socialistas para conseguir aparecer en una
foto con algún dirigente saharaui (y lo consiguieron, en parte,
aunque fue un robado) para convencer a sus votantes que nunca
traicionan a los saharauis, y eso lo resume muy bien la propia autora
cuando dice: "[el PSOE] Busca el poder de esa imagen que vale
más que mil palabras con la mira puesta tanto en el frente
interno como en el exterior".
A principios de esta semana leo una noticia, en sahara-info, sobre la
más que probable visita de un grupo representativo de
socialistas a los campamentos de refugiados en otoño. Elena
Valenciano, cuyas declaraciones reprochándonos nuestra
"posición cerrada con respecto a la iniciativa marroquí"
siguen sonando aún en nuestros oídos con más
fuerza que antes si cabe, ultima detalles con un representante saharaui
para concretar los pormenores de dicha visita, „antes de las elecciones
generales" puntualiza la agencia Europa-press. Imposible ser más
explícito. Los socialistas están decididos a utilizar el
pueblo saharaui en su cartel electoral, nada nuevo en la trayectoria de
este partido, que sabe exhibir, mejor que nadie, de la misma manera
tanto sus traiciones como su lealtad a una causa. "Nuestro partido
estará con vosotros hasta la victoria final" vociferaba Felipe
González en los campamentos de refugiados, "llevo el sahara en
mi corazón" manifestaba sobrado Zapatero en un mitin en Valencia
hace tres años. El primero hace horas extra para impedir
reconocimientos de la RASD en Latinoamérica, y el segundo,
además de vender (o regalar) armas a Marruecos, acoge con
interés la "iniciativa marroquí" y llama "caladeros
marroquíes" a nuestras aguas, y el día 5 de julio
juzgará a Alberto Negrín por manifestar su desacuerdo con
él. El talante flaquea, hay que abusar del talento y la astucia.
Entendemos que nuestra dirección quiera tener a los socialistas
de amigos, también sabemos que los militantes de base del
partido socialista están indignados con la posición de la
cúpula de su partido, pero de ahí a pasar por alto todos
los antecedentes de este partido hay una larga distancia, y por tanto
cualquier forma de entreguismo queda fuera de toda
consideración. La amistad no debe ser condicionada, y eso puede
contradecir lo que digo, pero cumplir con la condición para ser
amigo de Marruecos, como ha hecho el PSOE, sacrificando al pueblo
saharaui no nos deja mas remedio que alejarnos de los flashes de sus
cámaras, y no aparecer siempre "a la izquierda de la foto", como
decía Huneifa hace un año en esta tribuna, ni mucho menos
figurar como ingrediente en la tarta electoral socialista. Y
aquí Ana Camacho lo deja bien claro: "En plena recta electoral,
[El PSOE] necesita también frenar el contagio de la
indignación de esos potenciales votantes que, a través de
su política con el Magreb, están percibiendo un
inquietante y abismal engaño en quienes les piden el voto en
nombre de la Verdad". Confiamos en que nuestros amigos no se
dejarían engañar tan fácilmente.
Confío plenamente en que el F. POLISARIO no contribuirá
al uso y abuso del pueblo saharaui en una cuestión interna
española, como son las interminables verbenas electorales, y
evitarnos así la irritación que provoca ver una foto de
un responsable saharaui abrazando a un dirigente socialista, aunque
fuera un robado, porque no quiero ni imaginar nuestras iras cuando se
trata de un posado.
Mustapha M-Lamin Ahmed
05.07.07
tinduf12@hotmail.com