Con la benevolencia de nuestra Moderadora, me permito algún ripio más en este surtido de saharauidades, en este racimo de conciencia intifadí, o en todo esto que tenemos entre manos y entre ojos, entre seudónimo y seudónimo, entre nombre y 'sí, hombre', entre ventrículo y ventrículo. El caso es que nuestra ferretería mental tiende siempre a vacilar con la lógica elemental: ser saharaui, sentirse como tal, tiene su caché.

Toda una biografía a golpes de Resoluciones de la ONU, Informes de la ONU, Mentiras de la ONU, Misiones y Comisiones de la ONU, Visiones y Omisiones de la ONU, Planes y Llamas planos de la ONU. Hay que tener elegancia, entre otras cosas, para entrar a saharauizar.

Creernos, crearnos. Formar el verdadero espíritu libre saharaui depende todavía de nosotros. ¡Qué cruz! Habemus Spiritus?

Quiero no saber. O sea, ¿tenemos cojones para hacer lo de Montenegro, por ejemplo? La saharauidad tomando cuerpo de doctrina. República, pongamos que se llama.

Mohamed Ali

26.05.06