Tampoco se trata de ustedes: ¿amigos?, ¿estimados? No, buen hombre, no. Dije que se trataba del reloj, cuya implacable conducta enripia hasta el mismísimo deseo..., y del bolero (que ni son tan amigos ni estimulan el afecto). Tampoco quise defender a nadie, y menos a quien puede defenderse y se defiende... entre ripio y ripio... entre forma y reforma... en verdad... y por doquier.

Pero resulta que, efectivamente, ya no es lo mismo ser autor de una "pretendida prosa poética" que autorizar cualquier poesía prosaica y milonguera (más pretendida, menos entendida).

¡Abracadabra! Magia en formato ´globish´... aJATarsis... ripio va, ripio viene. Los neorrevolucionarios, los neorreformistas, los neopolisarios, los nuevos gurús, los Mesías de la saharauidad más obtusa confunden prosa con verso, arma con palabra, realidad con deseo; hacen un batido de la ficción, el sueño, el exceso, el invierno y el rabioso presente; e ignoran el alcance de su romanticismo, el de sus simpatizantes y también el de sus adoratrices.

¡Lástima que el objeto de esa simpatía no sea el dominio de una patria para encontrarnos usted y yo, Sr. Salama!... Y, en fin, vaya este ripio de aficionado (esta vez, sí pretendido) en homenaje al juicio del sensato lector.

08.04.06