Mohamed Lamin M.
En el Sahara Occidental persiste un problema de descolonización no concluso. La mera existencia de dicho problema, en pleno siglo XXI, sigue encogiendo los corazones de medio mundo. Dicho problema no es producto del azar. Es el resultado de un determinado proceso histórico. En dicho proceso, los agentes fundamentales son: El pueblo saharaui (F.POLISARIO), España y Marruecos. Y, por supuesto, la ONU.
Enarbolando lo Valores Supremos, compartidos por toda la Humanidad de sur a norte y de este a oeste, la cosa está clara. Pero aún en el intento de aproximarse a este conflicto obviando toda esa serie de Principios Universales, y aún dando por buenas las intenciones del observador, se llega a la conclusión de que Marruecos y el POLISARIO no se ponen de acuerdo. Cada parte se agarra a sus intereses. El POLISARIO aduce la legalidad internacional y Marruecos aduce la integridad territorial. Está claro cuál debe primar, pero tampoco es plan de imponer. Nuestra inteligencia y nuestras habilidades (diría el PSOE) deben permitirnos encontrar alguna solución sin herir a ninguna de las partes. O, al menos, que la herida resulte asumible.
Es evidente que Marruecos y el POLISARIO difícilmente pueden llegar a ponerse de acuerdo. Una enemistad ancestral coronada por treinta años de lucha encarnizada no concede lugar al entendimiento. ¿ Entonces qué papel puede jugar el tercer agente fundamental (España) en este conflicto?
El asunto, desde luego, no le es ajeno. Tiene mucho que decir y tiene unos enormes intereses que ponderar (la economía, Ceuta, Melilla, la inmigración, la droga, el 11-M y el todopoderoso lobby promarroquí). ¿ Y los principios? ¿ Y la ética política?. Éstos hibernan para cuando los procesos electorales los hagan necesarios.
Qué esperan los saharauis del gobierno del PSOE que actualmente ocupa La Moncloa?. Ya se le ha dicho por activa y por pasiva. Puede decantarse de un modo mucho más decidido en defensa de la legalidad internacional que tanto defendió en Irak o, en caso contrario, puede no hacer nada, que es lo mismo que mantener la posición (nada neutral) tradicional de España en NN.UU. Desafortunadamente, no se han cumplido tales esperanzas. Zapatero y Moratinos, decididos a sacrificar el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación, han abandonado esa posición tradicional para alinearse aún más con Marruecos. Incluso el diario El País se lo ha dicho (Editorial del 02-02-2006). Efectivamente, las grandes proclamas a favor de la legalidad internacional han entrado en período de hibernación.
En ese intento de que la herida resulte asumible y guiados por ciertos agoreros como Gemma Martín Muñoz, Saavedra, Bernabé López y Antoni Segura, insignes representantes mediáticos de los intereses marroquíes en España, que no hacen sino cantar las virtudes de un Marruecos que abarca hasta el río Senegal, han optado por sacrificar el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación.
González nos había decepcionado. Pero por razones místicas, volvimos a albergar esperanzas en Zapatero. Y, nuevamente, nos han vuelto a decepcionar los socialistas. Ya no cabe una tercera vez. Hemos de tirar la toalla. El POLISARIO ya no puede volver a pecar de ingenuo. Muy a nuestro pesar, hemos de romper con el PSOE. La dignidad manda.
Ante la existencia de razones objetivas, que despejan cualquier indicio de duda, sobre el alineamiento inequívoco de Zapatero con Marruecos, qué decir o hacer con las bases del PSOE? ¿Cómo encarar a los millones de votantes del PSOE que inequívocamente llevan la Causa saharaui en sus papeletas electorales?
En contra de lo que podría parecer, el POLISRIO había invertido todos sus recursos en intentar amansar a las cúpulas dirigentes del PSOE con la esperanza de poder orientar su posicionamiento en el conflicto. Todo ello, con base en los irrefutables deseos mayoritarios de la calle. Bastante escaldado ha salido. Ya no hay tu tía.
Quizás merezca la pena recordar que en la medida en que en España Partido Popular puede pedir un referéndum sobre el Estatut, sin que España se resquebraje. Los saharauis, con mucha mayor razón, tienen derecho a otro tanto.
Mohamed Lamin M.
02.02.06