OPINION

 

La hora de la verdad

L. Haidar

La hora de la verdad está próxima, tanto que si no nos espabilamos lo suficiente nos veremos pisoteados y despreciados ad infinitum. Es verdad que la celebración de nuestro aniversario más querido en Tifariti, esa querida pequeña localidad nuestra del noreste saharaui liberada de las garras enemigas desde el comienzo de la guerra, supuso un duro revés para los saltimbanquis majzeníes cuya mitomanía, ante el nuevo acontecimiento, les hizo desvariar más que nunca. Gritaron a los cuatro vientos que el acto "era una provocación", pues vulneraba el acuerdo de paz y convertía "la zona tapón cedida por Marruecos voluntariamente" en una zona liberada y ocupada por los saharauis del Frente Polisario. ¡Desvergonzados! El tapón habría que ponéroslo a vosotros y no sólo en la boca... En todo caso, y tratándose de chusma majzenoide de mucho ruido y pocas nueces, ni siquiera vale la pena responder a los despropósitos de tan rabiosas lenguas aletargadas en sus propios vómitos de megalomanía y narcisismo. Tampoco importan ni cuentan las oxidadas rabietas del lameculismo más rancio y perverso practicado por ciertos personajillos de tres al cuarto empeñados en llevar su papel de proxenetas territoriales hasta el paroxismo, pues no satisfechos con la entrega del Sáhara al cliente palaciego pretenden introducir la víctima en la alcoba e, incluso, sujetar sus extremidades. Igualmente, son totalmente irrelevantes las efímeras corrientes eólicas que están apareciendo procedentes de pagos foráneos, pues nuestro parque eólico, con sus ángulos muertos, averías y fallos estructurales, proporciona energía más que suficiente para catapultar al invasor fuera de nuestras fronteras y, al día de hoy, ese es nuestro primer y más sagrado objetivo.

Y si los grupos arriba mencionados tienen "menos valor que el pedo de una oveja" o, en el mejor de los casos, lo igualan, sin embargo, hay un nuevo elemento en la escena que no debemos olvidar. Me refiero al acuerdo de pesca firmado entre Marruecos y Europa o, mejor dicho, España y Francia que son, en definitiva, los más beneficiados y los que más hincapié hicieron y están haciendo para que el acuerdo salga adelante. Desde el punto de vista de la jurisprudencia internacional, la ilegalidad del acuerdo es indiscutible, mas los tiburones hispano franceses se quieren saltar la norma con un simple "será beneficioso para los autóctonos" y olvidan que el quid de la cuestión está en otra parte: nadie puede decidir sobre los recursos naturales de un Territorio no autónomo menos la potencia administradora y siempre, ahora sí, teniendo en cuenta los intereses de los autóctonos. ¿Y cuál es la potencia administradora del Territorio no autónomo del Sáhara Occidental? Todos sabemos la respuesta: España y nadie más que España. Marruecos, para la ONU y la Comunidad internacional, es una mera potencia ocupante. Entonces, hay algo que falla, que no anda bien, pues nuestro sentido común nos conduce a otra pregunta: ¿cómo es que España, siendo la potencia administradora oficial del Sáhara Occidental, debe pedir a Marruecos una licencia para pescar en aguas que están bajo su propia administración? Es inaudito, el colmo de la blandenguería y la pasividad. Ya lo dije en otras páginas, si el Gobierno de España tuviera lo que hay que tener en política exterior otro gallo cantaría. Por el contrario, el actual Gobierno socialoide español está especializado en apuñalar por la espalda al pueblo saharaui en cada ocasión que se le presenta con tal de no plantarle cara al moro del sur, al moro del 11 de marzo, de la emigración ilegal y el tráfico de droga.

Y el asunto es todavía más grave si consideramos las pretensiones marroquíes (e hispano francesas, no nos olvidemos) de conceder cierta legalidad a su presencia en el territorio saharaui: sería un reconocimiento implícito de su soberanía sobre el Sáhara Occidental, por mucha fraseología perversa que se utilice para indicar lo contrario. Es decir, el acuerdo sería "el ritmo al que baila" Marruecos. Le vendría como anillo a dedo.

Por todo ello, espero que nuestros mandamases se olviden de su mano de "mariás" por un momento y se dediquen a estudiar la cuestión como lo que es: un asunto estratégico, es decir, que puede ser causa real de una vuelta a la guerra. No podemos permanecer pusilánimes ante tan infame violación del Derecho internacional y del nuestro propio. O el acuerdo no incluye al territorio del Sáhara Occidental (como acertadamente hicieron los americanos respetando las reglas de juego) o volvemos a la guerra como único medio posible para asegurar nuestros derechos. No nos engañemos, este acuerdo debemos tratarlo como un asunto de vida o muerte, pues en caso contrario habremos cometido un error de consecuencias irreversibles.

11/03/06


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