Zeus se come a Hebe
Huneifa ibnu Abi Rabiaa
La lectura del artículo firmado por el Sr. Mustafa Mohamed-Lamin Ahmed y buena parte del resto de los artículos con que arso nos ameniza, remite directamente a la mitología griega.
El malestar largamente manifestado no es el resultado del carácter contestatario y rebelde con que se suele tildar a la juventud. Hay bases irrefutables que justifican ese malestar. Cuando la juventud se ve obligada a emigrar, cuando la gestión de la política interna no satisface las expectativas y esperanzas de los hijos de la revolución, cuando se constata que hay más médicos saharauis ejerciendo en España que en el Sahara, cuando cabe decir lo mismo del resto de profesionales, uno no puede evitar recurrir a sus tempranas lecturas y recrear en su imaginación la escena en que Crono se comía a sus hijos y cuando Zeus venció a Crono. Pero ahora, en nuestro caso, parece que Zeus se ha comido a Hebe, la Diosa de la juventud.
Aunque algún grupo, interesado en generar más crispación de la que existe, ha querido difundir la idea de que en el Sahara cualquier reflexión que contradiga la línea oficial se interpreta como una traición a la causa. Lo que en modo alguno es verídico. Lo cierto es que en los Campamentos hay infinidad de opiniones y reflexiones diametralmente opuestas a la línea oficial en muchísimas de las decisiones que se toman. Sin ir más lejos la mismísima decisión de aceptar el Plan Baker II ha levantado una enorme polvareda cuyas nubes aún ofrecen sombra y cobijo a buena parte de la opinión en los Campamentos. Y de tal decisión ha derivado el debate de quién la ha tomado, cómo, cuándo y porqué. Cierto es que la parquedad del estamento oficial no ayuda a despejar las dudas que anidan en el cuerpo social, lo que empuja a los ciudadanos y, fundamentalmente, a los jóvenes, a alejarse cada vez más de la política. Y si existe una certeza en los Campamentos es precisamente esa. O sea, la de que los ciudadanos han dado su espalda a la política. Y es ahí donde radica el mal.
Cuando el ciudadano se desinteresa de la res pública hay motivos para alarmarse. Porque eso es el resultado de la bunkerización del poder. Cuando la clase política gestiona los asuntos generales al margen de la ciudadanía, la reacción natural del ciudadano es la de darles la espalda, porque ya no se siente identificado con las decisiones que toman y porque, dado que están en un búnker, le son inaccesibles y no puede influir en sus decisiones. Entonces, pierde toda esperanza, tira la toalla, se olvida y en el caso de los jóvenes alza el vuelo hacia Europa. Por otra parte, resulta evidente que los largos reinados no animan mucho. Hemos nacido bajo la dirección de los actuales dirigentes y estamos educando a nuestros hijos bajo la gestión de los mismos dirigentes.
El pulso eterno entre la juventud y la senectud parece, en el caso de los saharauis, competencia exclusiva de las implacables leyes de la demografía. ¿Estará el nombre dándole la espalda al apellido? ¿ Me oyes, Mustafa?.
Huneifa ibnu Abi Rabiaa (ibnuabirabiaa@yahoo.es)
03.05.06