La misma lógica errática de cálculos y la misma
opacidad inaceptable con que el POLISARIO procedió a aceptar el
Plan Baker II, también habrían servido, ahora, para
aceptar la propuesta marroquí de la autonomía.
Si la
intención del POLISARIO, al aceptar el Plan Baker II, era poner
en evidencia, ante el mundo, la intransigencia de Marruecos, peor
parado habría quedado Marruecos si, una vez acepta el POLISARIO,
se demuestra que tampoco respeta el Plan de Autonomía que
él mismo ha presentado. Ello, porque Marruecos nunca
pondrá en práctica una Autonomía.
Si el POLISARIO
aceptó, en verano de 2003, el Plan Baker II, por una
cuestión estrictamente táctica, en tanto en cuanto
calculaba que Marruecos lo iba a rechazar, Marruecos ahora presenta un
plan basado, también, en cálculos tácticos porque
sabe que el POLISARIO lo va rechazar.
No cabe
depositar confianza alguna en NN.UU porque ésta, al margen de su
absoluta ineficacia, ya ha demostrado, en el caso de Irak, que puede
engendrar Resoluciones ajenas al Derecho Internacional. Por lo que no
es de extrañar que pueda aceptar la propuesta marroquí
por muy contraria que sea al espíritu y a la letra de la propia
Carta fundacional del Organismo.
No obstante, la
última Resolución del Consejo de Seguridad no es nada
esperanzadora, por cuanto ya planteaba lo que Marruecos viene, ahora, a
proponer. Tampoco es esperanzadora la postura endeble del POLISARIO al
no mostrar, con la rotundidad debida, su rechazo a los deslices del
Consejo de Seguridad.
Antes, cuando
Marruecos iniciaba una ofensiva diplomática, el F. POLISARIO
hacía otra. Hoy vemos la caravana marroquí recorriendo
las capitales de medio mundo, pero no vemos, por ninguna parte, una
contraofensiva polisaria que contrarreste lo que podría ser la estacada final.
Y a qué
se debe esta inactividad diplomática? Será que aún
mantenemos una fe ciega (ciega fe, quizás) en que la ONU no
descarrilará de la senda del Derecho Internacional en el Sahara
Occidental.
De las formas y
contenidos de las declaraciones políticas, tanto del POLISARIO
como de Argelia, a propósito de la propuesta marroquí, se
puede aventurar, y quiera Dios que me equivoque, que el POLISARIO no
rechaza la forma de la propuesta, sino su contenido. El POLISARIO sabe
que Rusia o China pueden abstenerse en una eventual votación en
el Consejo de Seguridad o, al menos, no ejerecer su derecho de veto,
pero pueden amenazar con tal veto, si no se da cabida, en ese
mismo proyecto de Autonomía, a las eventuales exigencias de
naturaleza competencial y garantías que demandaría el
POLISARIO.
Y todo esto
porqué? Pues porque la culpa, por la inaplicación del
Derecho Internacional en el Sahara Occidental, no es de NN.UU ni
tampoco de la Comunidad Internacional, sino que es, directamente, del
POLISARIO.
Y me explico. En
el Derecho Internacional, cuando se produce una infracción, lo
primero que hay que hacer es repeler tal acción, oponerse a
ella. Ante todo, hay que solicitar y conseguir la revocación de
la acción infractora y luego entrar en las demás
cuestiones. Es preciso devolver las cosas a su estado anterior a la
acción infractora para luego entrar a discutir lo que se quiera.
Tal y como se hizo en el caso de la Kuwait, rechazando una
acción ilegal (la ocupación), o en el caso de la ex
Yugoslavia, rechazando también una acción ilegal (el
genocidio). Es decir, si Marruecos entró en el territorio
violentando la Ley Internacional, lo lógico sería
reivindicar, antes de todo, el cese de esa acción infractora y,
luego, negociar lo que se quiera. Es decir, comportarse exactamente
igual a como lo hizo Marruecos al paralizar, en 1974, el Plan de
Referéndum propuesto por Waldheim, llevando la cuestión a
la Corte Internacional de Justicia. También, el POLISARIO,
tenía que exigir la paralización de la ocupación
(exigir la retirada) y sólo, depués, entrar a discutir lo
que sea y donde sea. Pero el POLISARIO no ha actuado así. Y de
ahí la acusación formulada en su contra, que encabeza
este texto.
Al firmar los
Acuerdos de Paz de 1991, el POLISARIO aceptaba, implícitamente,
la presencia de Marruecos en el territorio. Incluso, aceptó la
alteración de los términos jurídicos del debate,
al reconocer a Marruecos como la otra parte, cuando lo era
España. En rigor jurídico, las partes son Sahara y
España, pero el POLISARIO ha consentido que sean Sahara y
Marruecos. Esta conversión ha sido tal hasta el punto de que si
antes, en 1974, la otra opción distinta a la independencia era
la integración en España, hoy, esa otra opción ha
pasado a ser la integración en Marruecos. Es decir, Marruecos ha
dejado de ser potencia ocupante para ser potencia administradora. Y,
además, existe una extraña coincidencia: si en 1974
había voces en la jerarquía saharaui partidarias de
seguir con España, ahora, también hay voces partidarias
de la Autonomía en Marruecos. Otra coincidencia, si en 1974 una
Comisión Relatora de la ONU visitó el territorio y
dicatminó la necesidad del referéndum, hoy, otra
Misión de la ONU (la del Alto Comisionado de NN. UU para los
Derechos Humanos, cuyo Informe está fechado en Ginebra el
8-09-2006) recalca la imperiosa necesidad del referéndum. Y ya
para rematar: Si en 1974 teníamos a un PUNS dispuesto a defender
los intereses de la potencia colonial, al frente del cual estaba un tal
Jalihenna, hoy, tenemos al CORCAS dispuesto a defender los intereses de
esta nueva potencia colonial, al frente del cual se encuentra ese mismo matusalén.
Concretamente,
la no adecuación al Derecho Internacional de la conducta del
Frente POLISARIO, se plasma en los puntos siguientes:
1.- Políticamente, ha invalidado la doctrina jurídica asentada por la Corte de La Haya, al reconocer a Marruecos derechos políticos para los que no tiene títulos jurídicos, como la presencia en el territorio, por ejemplo;
2- Ha aceptado la presencia de Marruecos en el territorio cuando ni la Corte de La Haya ni ningún Estado del mundo se lo reconocen;
3.- Ha aceptado que Marruecos deje de ser potencia ocupante para convertirse en potencia administradora;
4.- Ha aceptado que Marruecos sea la otra parte, cuando la otra parte era España;
5.- Y, finalmente, ha reconocido la soberanía de Marruecos sobre el territorio al firmar el Plan Baker II que preveía una autonomía, por muy transitoria que sea. Porque, a fin de cuentas, la soberanía no se discute a medias ni se ejerce por turnos, o se reconoce o se rechaza.
Así las cosas, cómo nos va a extrañar que la
Unión Europea firme acuerdos con Marruecos que incluyen aguas
saharauis. En Palestina, sesenta años después y siguen
hablando de territorios ocupados. Hablan en términos de
ocupación. Siria, por su parte, sigue denunciando la
ocupación de los Altos del Golán. En cambio, la Radio
Nacional Saharaui, el SPS y la Embajada saharaui en Argel, hablan en
términos de colonialismo. Han otorgado a Marruecos la cualidad
de potencia colonial, cuando es potencia ocupante. Incluso Abdelaziz,
en su discurso del pasado 27-II-2007 aludía a la presencia de
Marruecos en el territorio como “deplorable realidad colonial”. En la
estructura del Estado saharaui, por donde único asoma la palabra
‘ocupación’ es en el nombre de un Ministerio, y vaya nombre, ni
más ni menos que el de “Ministerio de las Zonas Ocupadas y de la
Emigración”.
Marruecos, por su parte, está encantado con su nueva posición de potencia colonial.
Porque sabe que siendo potencia colonial, la Comunidad Internacional,
le consiente cosas que no se los consentiría si fuera potencia
ocupante. Sin ir más lejos, la alteración poblacional del
territorio o la firma de acuerdos que afectan los recursos del
territorio. También, la terminología que utiliza para
referirse a los saharauis no es propia de una potencia ocupante. Habla
de separatistas. ¿Alguien ha oido a Israel referirse a los
palestinos con la palabra ‘separatistas’?. Envalentonado por su nueva
posición, Marruecos, incluso se permite el lujo de acusar a
terceros Estados (Argelia) de ser los instigadores de un conflicto
artificial. Y va más lejos aún: una vez adquirida su
condición de potencia colonial y consolidada su nueva posición de parte en el conflicto, pretende borrar al POLISARIO como parte y, en su lugar, colocar a Argelia.
Visto lo visto, no habrá más remedio que convocar, en
sesión extraordinaria, un Congreso General del Frente POLISARIO
en el que se rompe la relación con la ONU, se denuncien los
acuerdos firmados y se declare la guerra. Y a la par que la ofensiva
bélica, iniciar una ofensiva diplomática explicando las
razones, sobradamente claras y legítimas, que nos han llevado a
tan dolorosa opción. Pero es que, ¡hasta aquí hemos
llegado, Señores¡.
Huneifa ibnu Abi Rabiaa. 1 de marzo de 2007.
ibnuabirabiaa@yahoo.es