A la familia del mártir
De cada saharaui que conoce tu sonrisa y comprende tu corazón.
Estimada amiga.
Sin duda alguna, a cualquier saharaui le hubiera gustado conocer muy profundamente a este hombre, que ha dedicado y dio su vida por su país, y a su mujer que ha sacrificado toda su juventud por la misma causa. Seguramente nadie conoce mejor al mártir Pakito que su propia familia, especialmente su compañera y mujer Fatimetu, que estuvo a su lado en todos estos momentos difíciles de su vida, como ha estado a nuestro lado también compartiendo el dolor y el sufrimiento, con todo nuestro pueblo desde los primeros momentos de nuestro exilio.
Amiga de siempre, gracias; por demostrarnos a lo largo de estos años, que una amiga no se fabrica con solo darse la mano, una amiga es más cercana, es casi como un abrigo, al andar es el testigo de los que llegan y parten, después están y comparten el cigarro y la alegría y en pleno mediodía, sus propias sangres comparten. Una amiga es como un puerto con una torre encendida, si tu barca está perdida en medio de la gran noche, tu amiga sin un reproche, tendrá su luz extendida. Gracias por tu luz que has encendido para curar las heridas y el dolor en el corazón de muchos saharauis, gracias por estar siempre a nuestro lado, compartiendo con nosotros el mismo amor de tus hijos y del hombre del que estuviste a su lado hasta él ultimo momento de su vida y jamás envidió a este amor que compartías entre él y su pueblo.
En la última conferencia de solidaridad con el pueblo saharaui que fue organizada en Zaragoza, un compañero me comentó la presencia de Pakito y que su situación de salud era bastante crítica, y su intención esta vez en asistir no era para trabajar, sino para despedirse de sus hermanos y hermanas saharauis y dar las gracias a los solidarios con su pueblo.
La verdad es que nunca me ha ocurrido algo semejante, el encontrarme en esta situación de encontrar a un hombre tan convencido de su partida. Como siempre, estaba entre sus amigos pero esta vez, sentado en una silla de ruedas, me acerqué a saludarle intentando que él no se diera cuenta que yo conocía su destino inmediato. Le dije mi nombre y nos abrazamos, después de saludarnos me dijo que vio unos artículos míos en ARSO, si no me falla la memoria pidió algo a dios relacionado con el destino de nuestro pueblo, mi fuerza interior no podía más, para evitar la traición de mis lágrimas me despedí de él. Jamás olvidaré aquel abrazo.
Querida familia:
Lástima que nadie puede detener el sol, para poder encontrar una cura a esta enfermedad que nos llevó a Pakito y muchos otros más. Ánimo y fuerza, que todos somos Pakito, disculpas y perdón por no poder contar con nosotros en este momento difícil de tu vida, como hemos contado con usted en los peores momentos de nuestro camino.
Un abrazo saharaui
Brahim cheij
Breih
Un ciudadano saharaui