Sahara Occidental:
Autodeterminación y Derecho Internacional
Stephen Zunes*, Universidad de San Francisco
Traducción: M. Limam Mohamed Ali
[ORIGINAL: Western
Sahara: Self-Determination and International Law, Stephen Zunes, April 2008, The Middle
East Institute (in Viewpoints with
Dr. Jacques Roussellier, Mr. Robert Holley, Dr. James N. Sater)]
El fracaso del Reino de Marruecos y el Frente Polisario para alcanzar
un acuerdo sobre las modalidades del referéndum patrocinado por
las Naciones Unidas y que está previsto desde hace mucho tiempo
sobre el destino del Sahara Occidental, unido a una campaña de
resistencia pacífica creciente en los territorios ocupados
contra los 31 años de ocupación marroquí, ha
llevado a Marruecos a proponer la concesión de un estatus
de autonomía especial para la antigua colonia española
dentro del Reino.
El plan ha sido acogido con entusiasmo por parte de los gobiernos
norteamericano y francés calificándolo como un compromiso
razonable para este conflicto perdurable, que ha causado enormes
sufrimientos al pueblo saharaui -más de la mitad del mismo vive
en campamentos de refugiados en la vecina Argelia-, y ha lisiado
seriamente los esfuerzos para avanzar hacia una
cooperación económica y estratégica entre Argelia
y Marruecos, que tanto se echa en falta, ya que ambos afrontan
los desafíos de unas economías que se abren camino
y la proliferación de la militancia islamista.
Maruecos no ha estado a la altura de los términos del acuerdo de
cese el fuego supervisado por las Naciones Unidas con el Frente
POLISARIO -un movimiento nacionalista secular que mantuvo una lucha
armada contra los colonialistas españoles y más tarde
contra los ocupantes marroquíes-, que exigía la
celebración de un referéndum libre y justo sobre el
destino del territorio. Una serie de resoluciones del Consejo de
Seguridad y de la Asamblea General de las Naciones Unidas,
además del famoso Dictamen del Tribunal Internacional de
Justicia, han reafirmado el derecho del pueblo saharaui a la
autodeterminación. Sin embargo, Francia y Estados Unidos han
impedido que el Consejo de Seguridad haga respetar sus resoluciones
como parte de su concepción de que hay una necesidad de
fortalecer la Monarquía marroquí, a la que se le
consideró como baluarte contra el comunismo y el nacionalismo
árabe radical durante la guerra fría y, en los
últimos años, un aliado muy importante en la lucha contra
el extremismo islamista.
Lamentablemente el plan de autonomía marroquí
no consigue alcanzar todo lo que se requiere para brindar una
solución pacifica al conflicto. Además, busca sentar un
peligroso precedente al amenazar los propios fundamentos del
régimen jurídico internacional post- Segunda Guerra
Mundial.
Para empezar, la propuesta se basa en el supuesto que el Sahara
Occidental es parte de Marruecos, una controversia que ha sido
rechazada frontalmente por las Naciones Unidas, el TIJ, la Unión
Africana y un amplio consenso sobre el Dictamen jurídico
internacional. Aceptar el plan de autonomía de Marruecos
significaría que, por primera vez desde la fundación de
las Naciones Unidas y la ratificación de su Carta hace
más de sesenta años, la Comunidad Internacional
estaría aprobando la expansión del territorio de un
país por la fuerza militar, y de ese modo se estaría
sentando un peligroso y desestabilizador precedente.
Si el pueblo del Sahara Occidental aceptara un acuerdo de
autonomía sobre la independencia como resultado de un
referéndum libre y justo, constituiría un legítimo
acto de autodeterminación. Sin embargo, Marruecos ha declarado
explícitamente que su propuesta de autonomía “descarta,
por definición, la posibilidad de que la opción de
independencia sea presentada” al pueblo del Sahara Occidental, cuya
inmensa mayoría -de acuerdo con observadores internacionales
entendidos [en el asunto]- apoya categóricamente la
independencia.
Aunque uno tomara una actitud desdeñosa hacia el Derecho
Internacional, seguiría habiendo también una serie de
asuntos prácticos en lo que respecta a la propuesta
marroquí.
Una es que la historia del respeto de las autonomías regionales
por parte de los estados autoritarios centralizados es bastante pobre y
ha llevado muchas veces a conflictos violentos, como se constató
en los trágicos resultados de la decisión etiope de
revocar la autonomía en 1961 y la decisión serbia de
revocar la autonomía de Kosovo en 1989.
Basándonos en la mala costumbre de Marruecos de incumplir los
compromisos contraídos con la Comunidad Internacional en lo que
respecta el referéndum para el Sahara Occidental bajo el mandato
de las Naciones Unidas y en lo referente a sus obligaciones que se
fundamentan en un acuerdo de cese el fuego que lleva 17 años,
hay poco que nos pueda inspirar confianza de que Marruecos
cumpliría con su compromiso de asegurar una autonomía
genuina al Sahara Occidental.
En efecto, una lectura minuciosa de la propuesta lleva a formular
preguntas como cuánta autonomía se va a ofrecer. Asuntos
importantes como pueden ser el control de los recursos naturales del
Sahara Occidental y el respeto de la ley (más allá
de la jurisdicción local), siguen siendo ambiguos.
Además, la propuesta parece indicar que todos los poderes no
conferidos específicamente a la región autónoma
continuarían dentro del Reino. En efecto, ya que al rey de
Marruecos se le confiere una autoridad absoluta según el
Artículo 19 de la Constitución marroquí, la
insistencia de la propuesta marroquí de que el Estado
marroquí “conservará sus poderes en los dominios reales,
sobre todo con respecto a defensa, relaciones exteriores, y las
prerrogativas constitucionales y religiosas de Su Majestad” parece
ofrecer al monarca una considerable libertad de interpretación.
Parece ser que hay un consenso creciente dentro de la Comunidad
Internacional para alcanzar una clase de compromiso, o “tercera
vía” entre independencia e integración, que sería
necesario para solucionar el conflicto, y que ese enfoque de que “el
vencedor se quedaría con todo” no es viable.
Aunque se vaya alentando semejante compromiso y se intenta
encontrar una situación en la que todos salen ganando, lo que
sería, sin lugar a dudas, la senda preferible para alcanzar un
arreglo pacifico y definitivo para los conflicto étnicos y para
muchos litigios internacionales, el Sahara Occidental es un claro
ejemplo de autodeterminación para un pueblo que lucha contra una
ocupación militar foránea. El Frente Polisario ya ha
ofrecido garantías para proteger los intereses
estratégicos y económicos de Marruecos si se le
permitiera la independencia total. Insistir en que el pueblo saharaui
deba renunciar a su derecho moral y legítimo a una
autodeterminación genuina no es, por consiguiente, una receta
para la solución del conflicto, sino que daría lugar a un
conflicto mucho más serio en el futuro.
A raíz de las amenazas del veto francés y norteamericano,
el Consejo de Seguridad no ha podido colocar el asunto del Sahara
Occidental bajo el Capítulo VII de la Carta de las Naciones
Unidas, que daría a la Comunidad Internacional el poder
necesario para imponer sanciones u otras influencias apropiadas para
forzar al régimen marroquí a acatar los mandatos de las
Naciones Unidas, de los que ha hecho caso omiso hasta ahora. Por
consiguiente, la falta de voluntad del Polisario para comprometer el
derecho del pueblo del Sahara Occidental, a la
autodeterminación, no habría que verla como el mayor
impedimento para alcanzar una solución del conflicto.
En el caso análogo de Timor Oriental, solamente tras el
éxito de presión ejercida por organizaciones
humanitarias, grupos eclesiásticos y otros activistas en Estados
Unidos, Gran Bretaña, Australia y en otros lugares sobre sus
respectivos gobiernos para que dejaran de apoyar la ocupación de
Indonesia, finalmente Yakarta estuvo dispuesta a ofrecer un
referéndum que dio a los timorenses su derecho a la
autodeterminación. Lo que realmente se echaría en falta
sería poder llevar unas campañas a nivel de base en
Europa y América del Norte para asegurar que las potencias
occidentales cumplan con sus obligaciones legales a nivel internacional
y presionen a Marruecos para que permita al pueblo del Sahara
Occidental decidir sobre su propio destino.
* Stephen Zunes es profesor de
Política en la Universidad de San Francisc, donde dirige el
programa de Estudios de Oriente Medio. Es autor del próximo
libro, escrito conjuntamente con Jacob Mundy, Western Sahara:
Nationalist and Conflict Irresolution in Northwest Africa (Syracuse
University Press).