TIEMPO DE HOY / Nº 1.033 18 DE FEBRERO DE 2002

La UE, preocupada por el juego sucio de EE UU y Francia en el Sáhara

La guerra del petróleo. La empresa española Repsol se ha visto atrapa-da en un juego sucio por controlar el petróleo del Sáhara Occidental. La Unión Europea sospecha que Estados Unidos acordó con Marruecos en 1 996 un plan de inversiones en la ex colonia española, y que el enviado especial de la ONU para el Sáhara, James Baker, podría tener intereses en la empresa energética Kerr-McGee, a la que Marruecos ha concedido una licencia de exploración.

VICTORIA MARTIN

Esto podría ser un nuevo Golfo de México", exclamó Mike Fisher, un directivo de la mul-tinacional australiana Wood-side, que descubrió petróleo de buena calidad frente a las costas de Mauritania. Ocurrió en mayo de 2000 y dio el pistoletazo de salida para los buscadores del oro negro. Sin embargo, el descubri-miento no pilló por sorpresa a mu-chos políticos y empresarios que lle-vaban años tomado posiciones.

En esa carrera por el petróleo nor-teafricano también competía la es-pañola Repsol, pero se ha visto mar-ginada por el gobierno de Rabat, que ha preferido conceder licencias a otras empresas no españolas, sobre todo francesas y estadounidenses. Hasta ahora, parecía que Repsol ha-bía salido perjudicada por las tensas relaciones diplomáticas entre Madrid y Rabat, pero cada vez parece más claro que detrás de la en-tente cordial formada por Estados Unidos, Francia y Marruecos ha ha-bido más que buenas palabras: unos acuerdos de inversiones, en princi-pio ilegales, que Naciones Unidas tendrá que investigar.

Para empezar, el secretario gene-ral de la ONU, Kofi Annan, va a te-ner que dar explicaciones sobre el papel de su representante especial para el conflicto del Sáhara, James Baker. El ex secretario de Estado de Estados Unidos podría estar rela-cionado con una de las empresas que ha adquirido la licencia de explora-ción en aguas del Sáhara, Kerr-McGee. Además, ha llegado a co-nocimiento del Parlamento Europeo que Estados Unidos había prepara-do todo un plan de inversiones, apa-labrado con Rabat, dando por hecho que el Sáhara acabaría siendo una autonomía dentro de Marruecos, tal y como defendía el Plan Baker

El tesoro del Sáhara Occidental

En los dos últimos años, Marruecos ha concedido una docena de licen-cias de exploración y reconocimiento, con lo que ya hay casi cuarenta li-cencias operativas en la costa atlán-tica de Marruecos. Y en 1999 apro-bó una nueva Ley de Hidrocarburos para aprovechar la inversión ex-tranjera. Desde entonces, la lucha soterrada por dominar esos mares se ha enconado, hasta el punto de que ya es imposible ocultar el prin-cipal objetivo que mueve la políti-ca exterior de Marruecos: el control de los recursos minerales del Sáhara Occidental, la pequeña franja de tierra que separa Marruecos y Mau-ritania, la ex colonia que España abandonó en 1975 y que Hassan II ocupó militarmente con la famosa Marcha Verde.

En esa guerra por controlar lo que podría ser un nuevo Golfo de México, o peor, un nuevo Golfo Pérsico, ninguna potencia quiere quedar atrás. Hasta ahora, España se había man-tenido cauta. Ha resistido la presión de Rabat &emdash;con el apoyo de París y de Washington&emdash;, que pretendía que Madrid reconociera el derecho de Marruecos a quedarse con el Sáhara Occidental, y ha resistido también las embestidas de las empresas fran-cesas y estadounidenses, que, res-paldando las tesis de Marruecos, se han visto beneficiadas a través de sus empresas con licencias de ex-ploración petrolíferas. A Repsol, que en dos ocasiones ha solicitado una de esas licencias, la han mar-ginado, le han dado largas y ha te-nido que ver cómo después Rabat concedía esas licencias a empresas no españolas.

De acuerdo con fuentes de la com-pañía, "Repsol ya no quiere saber nada de Marruecos", y por eso op-tó por solicitar al Gobierno de Madrid la licencia para explorar las aguas de la zona que, según la legislación internacional, pertenecen a Canarias. El 23 de enero apareció en el BOE dicha concesión. Y en seguida el go-bierno de Marruecos emitió una que-ja formal. Según Rabat, las Islas Ca-narias no tienen derecho a aguas ju-risdiccionales, como no lo tienen Ceuta y Melilla.

Sin embargo, los senadores y con-gresistas canarios llevan años soli-citando al Gobierno de Madrid que reconozca formalmente las aguas territoriales del archipiélago. Según los técnicos de Repsol y el gobier-no canario, los marroquíes han acep-tado implícitamente la legislación internacional que establece que si no hay 400 millas de distancia entre las costas de dos países, el lími-te de las aguas de exclusividad eco-nómica se establece dibujando una línea imaginaria a medio camino, lo que se denomina la mediana. Y Ma-rruecos ya ha concedido licencias de exploración en bloques que ro-zan esa línea imaginaria.

Más allá de las relaciones bilate-rales entre Madrid y Rabat, que llevan meses dañadas, esta guerra abierta se ha trasladado a Bruselas, donde los países miembros ven un com-portamiento dudoso de Francia. El pasado otoño, la presidenta del Intergrupo del Parlamento Europeo Paz para el Pueblo Saharaui, la ale-mana Margot Kessler, denunció que la empresa francesa ElfTotalFina y la estadounidense Kerr-McGee hu-bieran firmado acuerdos de explo-ración con Rabat sobre aguas que pertenecen al Sáhara.

Marruecos no está en la lista

El escándalo ha ido en aumento. Primero, porque el departamento ju-rídico de Naciones Unidas hizo pú-blico el día 29 de enero un informe en el que no reconoce la adminis-tración marroquí del territorio. Señala que los acuerdos tripartitos de Madrid no entregaron el control de la ex co-lonia española a Marruecos. Ni aun-que hubiera querido habría podido España traspasar su papel de po-tencia a Marruecos de forma unila-teral. Añade el informe: "Marruecos no figura en la lista de las potencias administradoras formulada por Na-ciones Unidas".

El informe de la ONU no decla-ra ilegales los acuerdos de explora-ción, puesto que no reportan ningún beneficio para las empresas ni para el gobierno marroquí. Pero advier-te de que serían ilegales si las em-presas obtuvieran un beneficio que no reportara en el pueblo saharaui, verdadero propietario de la riqueza de sus tierras y de sus aguas.

Para Richard Stanforth, portavoz de la campaña a favor del Sáhara Occidental en el Reino Unido, está claro que "la mayoría del pueblo Sa-haraui lucha por sobrevivir en cam-pos de refugiados. No verán un cén-timo de ese dinero. Todo ese dine-ro irá a ayudar a Marruecos para que refuerce su Ejército en Sáhara Occi-dental". Una ocupación que, según el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (Londres), le cuesta a Marruecos unos 2 millones de dó-lares diarios.

Conocido el dictamen legal de las Naciones Unidas, los parlamentarios europeos del lntergrupo han exigi-do a la Comisión que revise su po-lítica respecto a Marruecos y res-pecto a las empresas implicadas, te-niendo en cuenta el nuevo informe jurídico de la ONU. Cuando tanto el Frente Polisario como la Unión Europea pidieron explicaciones a Elf y a Kerr-McGee, éstas se decla-raron neutrales en el conflicto sobre el Sáhara. Elf emitió un comunica-do en el que decía que "Marruecos tiene el mandato administrativo, se-gún Naciones Unidas, hasta que se celebre el referéndum", pero el dic-tamen de Naciones Unidas dice lo contrario.

En cuanto a los gobiernos, Francia dio la callada por respuesta, mien-tras que Estados Unidos contestó al presidente de la República Arabe Saharaui Democrática (RASD), Mo-hamed Abdelaziz, que el negocio lo había hecho una empresa priva-da y que Washington no podía ha-cer nada. Sin embargo, el contrato se firmó en presencia de la emba-jadora de Estados Unidos en Rabat, Margaret Debardeleben Tutwiler. Precisamente, Debardeleben fue asesora de James Baker cuando és-te era secretario de Estado de EEUU.

El "Plan Baker"

Los europeos están indignados. Un grupo de eurodiputados ha sabido que EE UU tenía listo un plan de in-versiones en 1996, una flagrante vio-lación del plan de paz de la ONU. La UE trata de averiguar ahora si es cierta la relación dc James Baker con la empresa Kerr-McGee. Un rumor que cobra más fuerza a medida que, a raíz del escándalo de Enron (la empresa energética en la que Baker era asesor), se va sabiendo con más detalle hasta qué punto Baker pres-taba servicios a empresas petroleras.

El ex secretario de Estado lleva diez años encargado personalmente de mediar. El logró los acuerdos de Houston, en 1991, en el que Marrue-cos y el Frente Polisario aceptaron un referéndum. La consulta nunca se realizó y luego Baker propuso que el Sáhara sea un territorio autónomo dentro de Marruecos, el Plan Baker, que España nunca ha apoyado.


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