¿Guerra o paz en el Sáhara?

Luis Hernández Rocha

Desde que murió el rey Hasan II de Marruecos, el país norteafricano está quedando a merced de invisibles manos negras que todo lo dirigen y rigen con una ferocidad insospechada hasta ahora. De hecho, es tal su codicia que día tras día se transforma en descaro e intransigencia palpables en todos los rincones y a todas horas; algo inadmisible en los tiempos del difunto Hasan. Él reinaba y lo hacía como nadie. Eso sí, a su manera: aniquilamiento físico y político de los rifeños del norte, estructuralización del despotismo puro y duro, invasión del Sáhara para tener ocupado al peligroso ejercito y colmar de ilusiones el estómago vacío de gran parte de sus súbditos… aunque por otra parte, tampoco podríamos olvidar la faraónica obra arquitectónica de Casablanca, quiero decir, la "célebre Mezquita", además de los infiernos arquitectónicos de Kalaat Magouna, Tezmammaret………..

Sin embargo, había un rey más o menos querido y respetado que ante todo reinaba y gestionaba el futuro de Marruecos como le venía en gana. Sus decisiones eran firmes. Opinaba. Pensaba. Maquinaba. Humillaba. Ejecutaba….. Era un individuo activo, difícil de manipular; únicamente se le podía aconsejar con mucha prudencia para no encender la regia ira que lo caracterizaba. Aún así, aceptó el inocente y desinteresado consejo de asesores manonegreños para construir un muro alrededor del Sahara… Bueno, para ceñirme más a la realidad, no fue únicamente consejo lo tolerado por el monarca sino que además aceptó algún que otro artefacto bélico que venía incluido en la oferta. También, he de reconocer que el difunto era un ser muy realista y sabía cómo salir de las encerronas limpio e ileso sin que para ello tuviera que cometer alguna pilatería a la manera de los gobernantes de la Piel de toro, pues tras muchos años de guerra, se dio cuenta antes que cualquiera e incluso antes que los mismos saharauis, que la guerra del Sáhara la tenía perdida y aunque quisiera forzar la situación para empujar al diminuto ejército saharaui a una serie de grandes enfrentamientos bélicos frontales, estaba convencido de que los leones del desierto estaban ya preparados para la victoria por muy pírrica que pareciese. Esto sería la causa por la que hizo oídos sordos a los "fieles" herederos de la Revolución Francesa que se empeñaban en ensañarse todavía más con los insumisas víctimas de la desgraciada operation écouvillon; "no negocies para nada", le decían, "sigue en tus trece y te ayudaremos con nuestras propias manos para estrangularlos uno a uno y después le tocará el turno a sus camellos". ¡Uf! ¡Qué rabia, la gala! En fin, Hasan no era tonto y pasó de ellos olímpicamente porque sabía que el horno no estaba para bollos.

Así que negoció, consiguió frenar la guerra y acordó la celebración de un referéndum como vía lógica y justa para una solución duradera del conflicto. Pero emerge otro problema y es que el proceso para la celebración de dicho referéndum va mucho más acelerado de lo que podía suponer el monarca. Esto pone en un aprieto al regio individuo, pues no quería que se celebrase el plebiscito hasta que la sociedad marroquí estuviese preparada para aceptar dicha realidad; Hassan no había tenido tiempo suficiente para educar y disuadir a los suyos en este sentido, pues el prestigio del trono estaba en juego y él no permitiría que nada ni nadie lo "manchase". En dos palabras: necesitaba tiempo. Y lo obtuvo.

Todos sabemos lo de las listas de votantes, las tribus marginadas…..y un sinfín de obstáculos operativos creados ad hoc por el regio individuo. Si somos algo comprensivos, creo que su conducta es aceptable; tampoco hay que hacer leña de árbol caído por muy caído que esté. Al fin y al cabo, Hassan estaba decidido a permitir la celebración del codiciado referéndum y sólo era cuestión de tiempo. Pero ¡Ay! Los hilos de la moira lo echaron todo al traste: Hasan II muere en el verano de 1999. Que descanse en paz ¿por qué no?. Como dije, cuatro líneas más arriba, no hay que hacer leña de… Y ahora llega lo bueno: llega el heredero. En un primer momento, se nutre de discursos altisonantes para escupírnoslos a la cara, intentando difundir una imagen idílica de sus proyectos y deseos respecto a su país y sus bienamados súbditos. Pero en realidad, está en la inopia palaciega, y el ensoñamiento de poder y grandeza le velan la cruda realidad. Y en realidad, no sabe qué hacer. El trono no está hecho a su medida: le queda enormemente grande. En realidad, siente que está haciendo el ridículo; y eso es lo que hace en realidad (quien lo dude que lo compare en todos los ámbitos de su ser real con su primo hermano el príncipe Moulay Hachim, o "príncipe rojo" como prefieren llamarlo algunos). Vacila, duda, no sabe qué hacer, llora, gime… flaquea y aparecen los omnipresentes buitres para hacerse cargo de las ya de por sí carcomidas bridas. Se apoderan del poder porque pueden. El bisoño rey no puede, nada puede. De esta manera, el rey de Marruecos se convierte en una especie de dauphin honorífico, marioneta regia, veleta solemne a merced de los vientos galos y de alguna que otra brisa local. Y en lo referente a la democracia, justicia social, independencia de poderes… tan cacareadas los primeros días del reinado, fueron mágicamente arrinconados y condenados al olvido.

No hablemos del destino del referéndum saharaui, pues día tras día se le ve más el plumero a la rimbombante main noire que orienta y desorienta al desorientado delfín para que finalmente acabe agrediendo al derecho internacional y a los acuerdos de Houston firmados por Marruecos y el Sáhara. En pocas palabras: al rey chico le han convencido para que no acepte la celebración del referéndum y le han dicho que diga "¡de referéndum nada!", como mucho, un símil de autonomía perversa que per se es un homenaje honorable a la perversa ideología totalitaria y expansionista del Makhzen alauita. Como bien sabido es, el tiempo lo cura todo ¡o casi todo! Y nos hace olvidar paulatinamente acontecimientos y realidades antaño inolvidables e indiscutibles por su relevancia y por su concordancia con la razón y el sentido común. Pero si además del despiadado tiempo hay una presencia notable de cerebros foráneos con su bisturí en ristre para practicarle una lobotomía al descerebrado de turno en el palacio alauita, tenemos como resultado: olvido total. El paroxismo de la amnesia. ¡Olvídense del referéndum!.

De todas formas, es obvio que tales seducciones e ilusiones engañosas inyectadas en el regio y diminuto espacio dolicocefálico no pudieron con el carácter aguerrido del padre . De hecho, es una especie de mensaje-venganza que la resentida main noire le envía a Hasan II en el más allá. No pudimos contigo pero sí con tu engendro. Hará lo que nosotros queremos: nada de referéndum, nada de paz, nada de estabilidad en la zona hasta que de verdad nos interese a nosotros. Y si para conseguirlo hay que presionar y retirar algún que otro embajador, se hace y punto. Lo que actualmente nos interesa es el retorno a las armas y a la guerra; queremos disfrutar de esos balazos que le revientan el ojo al soldado y luego le perforan el cráneo limpiamente sin que salte ninguna astilla; queremos "colocarnos" con el olor de la carne quemada que emana de los blindados tras ser atravesados por uno de esos artefactos que gracias al efecto monroe-newman primero perforan la pared de acero y luego estallan escupiendo hacia dentro un fuego infernal que carboniza en décimas de segundos a los desgraciados soldados de caballería; queremos todo eso y mucho más, queremos un nuevo baño de sangre donde lavarnos lascivamente y celebrar nuestras orgías sadomasoquistas mentales para culminar en un orgasmo de megalomanía y narcisismo sin precedentes. Mataos los unos a los otros y yo reiré satisfecho mientras gestiono mi negocio.

Sin embargo, este mensaje, como supondrán, se emitirá codificado para que el regio individuo mohamed 6º lo asimile y tome el gato por liebre. Le dirán: "la soberanía de Marruecos, como estado monárquico que se remonta a siglos de historia, es innegociable e intransferible, y por mucho que los agentes hostiles a la dinastía alauita pretendan romper y atomizar el sagrado territorio marroquí no lo conseguirán, pues el Sáhara , aún no habiendo estado vinculada jurídicamente al trono alauita, en realidad, es una prolongación natural y estratégica del territorio marroquí y por lo mismo no debemos renunciar a su inclusión en el mapa de la nación; máxime cuando el rival se materializa en una horda de beduinos intransigentes envalentonados por el apoyo de manos enemigas que desde siempre han envidiado el prestigio y renombre de la dinastía alauita. Tu padre no lo hizo y no tienes que ser tú quien traicione el honor y la gallardía de la estirpe alauita. Sé valiente y decidido y estaremos contigo en todo; incluso tu pueblo estará contigo, pues nos ocuparemos de mover los hilos adecuados para que así sea. Sé cobarde y vacila aunque sea un instante y no seremos nosotros quienes te tiendan la mano para salvarte de las garras de tus acechantes enemigos ¡y no son pocos!. Levanta la cabeza con orgullo real y camina firme aplastando a quien ose ponerse en tu camino, y todo nuestro arsenal será tuyo. Pide y obtendrás. Mueve un dedo y estaremos a tu disposición". Y el chico se lo cree, claro, y en el fondo piensa que no tiene otra salida válida para el caso que no sea ésta, es decir, ignorar los preceptos del derecho internacional así como las decisiones y resoluciones de las Naciones Unidas y hacer oídos sordos a todo aquello que podamos identificar como armónico con la razón y el sentido común. Incluso, se hace ilusiones y se autoconvence de que en la situación actual los saharauis no pueden volver a la guerra y que todas sus amenazas no son más que "faroles" proferidos con la intención de hacerle picar y ceder… ceder ante una realidad que, por otra parte, es imparable. Nada más lejos de la realidad que esta tesis de los faroles, excepción hecha de las tesis de Alal El-Fassi sobre el Gran Marruecos, pues la realidad bélico combativa del ejército saharaui de todos es conocida y está más que demostrada su eficacia en el campo de batalla. Sin embargo, esta capacidad no le ciega ante la terrible y abrumadora verdad de que en las guerras nadie gana sino que simplemente unos pierden menos que otros. Este es un obstáculo ético que actúa como freno provisional e impide que los saharauis se conduzcan impulsivamente, pues saben muy bien que las víctimas serían, una vez más, los pueblos saharaui y marroquí. Algo que le trae sin cuidado a mohamed 6º y a los maquiavélicos maquinadores que alimentan sus orgías de poder y conquista. Para uno, lo que prima es el trono y su estabilidad; para otros, es el interés a cortísimo plazo lo que prima. Y todos ignoran con toda insolencia que "lo caballero no quita lo valiente" y que si cierran las puertas de la paz, la panacea de todos los males y miserias humanas, y abren en su lugar la puerta de la guerra, la caja de Pandora que todo infecta y destruye, habrán firmado la sentencia de su propia decapitación política y sólo Dios sabe en qué baignes de la historia acabarían sufriendo sus últimos días.

Como reza el proverbio saharaui "quien [hoy voluntariamente] hace el nudo con las manos [mañana obligatoriamente] lo deshará con los pies". El rey mayor, Hasan II, lo comprendió y rápidamente se dispuso a realizar la difícil faena sin llamar la atención; para ello, como hemos dicho, necesitó tiempo, tanto tiempo que finalmente pereció sin saldar su deuda con el pueblo saharaui. Sin embargo, en su fuero interno la había saldado, pues era su intención. Ya se sabe que nadie es dueño de su vida. El rey chico, mohamed 6º, se empeña en pasar por la terrible y malabárica experiencia de abrir el dichoso nudo con los pies ignorante de que a su lado el nudo gordiano es un juego de niños y que no tendrá a su disposición la reconfortante ayuda de una espada. Cualquier ser humano con cuatro micras de frente entiende que es siempre mejor una solución pacífica asentada sobre el derecho y las convenciones internacionales que una solución bélica basada en la ley del más fuerte. La razón es obvia: en la primera se habla y se llega a un acuerdo, en la segunda se mata y se destruye y se impone una solución. El rey chico no quiere saber nada de la solución que bebe de la paz y, lógicamente, la razón es que está convencido de que el derecho y las convenciones internacionales no están de su parte: sabe que el Sáhara no es suyo de derecho. Entonces, opta por forzar la humeante y estruendosa segunda solución, es decir, "a balazos" como dijo el rifeño Gajdami, comandante del ejército marroquí. Y de esta manera, con la fuerza de las armas, hará que el Sahara sea suyo de hecho. Pero relativamente por poco tiempo. Intentaré explicarme lo más claro y conciso que sea posible.

En los primeros años de la guerra, es decir, el segundo lustro de la década de los setenta, la sinopsis de fuerzas nos mostraba unos datos contundentes y reales que afirmaban sin lugar a dudas la preponderancia del poderoso y sofisticado Ejército Real marroquí frente al anémico y rudimentario Ejército de Liberación saharaui. Entonces, la relación de efctivos estaba en torno al 1/10 a favor de Goliat. Sin embargo, la dispersión y repartición de las Fuerzas Reales por diversos puestos del territorio saharaui en lo más recóndito del desierto le daban un gran margen de movilidad al Ejército de Liberación saharaui y, lo más importante, le permitían alcanzar con relativa facilidad puntos neurálgicos como son las grandes localidades provistas de aeropuertos, hecho que le confería el poder de hacerle mucho daño a las fuerzas invasoras. Si a esto añadimos, por una parte, el poco entusiasmo de la soldadesca marroquí debido a la ausencia de convencimiento respecto a la invasión del territorio de un pueblo vecino árabe y musulmán y, por otra, la altísima moral de los combatientes saharauis gracias a su total convicción de la legalidad de su lucha por defender su territorio legítimo y su población civil, tenemos como resultado un equilibrio casi perfecto. Un equilibrio que, en principio, se rompía inclinándose la balanza hacia el lado saharaui gracias a que su Ejército de Liberación evolucionaba a una velocidad vertiginosa, hecho que hizo sonar la alarma de Hassan II. Pero la realidad era que el hecho no tenía nada de extraordinario: cualquier sistema primario en circunstancias óptimas generalmente evoluciona en términos relativos de manera mucho más rápida que otro sistema que ya se encuentre en una fase de evolución superior. Es como cuando un miembro del gobierno español nos declara sonriente y satisfecho que en el último año el crecimiento económico de España ha sido superior al de Alemania, lo cual es lógico, pues el nivel de desarrollo de España es muy bajo con respecto a Alemania y por ello mismo puede crecer mucho; Alemania, por el contrario, ha alcanzado un nivel de desarrollo tan elevado que le queda poco margen de crecimiento. Lo mismo ocurre con Estados Unidos, Japón,…

Los asesores militares de Hassan II pasaron por alto esta evidencia y se obsesionaron con la idea de frenar el avance saharaui aunque sólo fuera a corto plazo. Además, tampoco podemos olvidar la mentalidad todopoderosa y autosuficiente con la que venía el difunto rey mayor. Llegó a responderle a un periodista, que quería saber cuál sería la respuesta del rey si los saharauis atacaban a los componentes de la desgraciadamente famosa Marcha Verde: "Si lo hacen me los como de un bocado". Está claro que quien se expresa así difícilmente podía tener la suficiente serenidad como para pensar a largo plazo. El paso del tiempo le enseñaría a Hassan II que se había equivocado por partida doble: uno, no debió invadir el Sáhara; dos, ya que lo hizo debió hacerlo llevándose por las realidades estratégico militares y no por sus propios impulsos embebidos de altivez y soberbia.

Así las cosas, el Ejército marroquí empezó a principios de los años ochenta la construcción de los archiconocidos muros defensivos. Está de sobra demostrado el parecido sistemático entre estos muros y los construidos por los israelíes, particularmente el muro de Bar-Lehb levantado en el Sinaí. Y, curiosamente, la filosofía militar que nutría los planes de Hassan II se transformaba en una filosofía pasiva y de escasas aspiraciones a medio y largo plazo. La orden era "frenar al Ejército saharaui en el más corto plazo de tiempo posible" y a nadie se le ocurrió pensar "¿y por cuánto tiempo?. Si tenemos en cuenta que la estrategia de los muros defensivos se llevó a la práctica en varias etapas desde 1980 hasta 1987 en que culminó la última de ellas, es decir, siete años de excavaciones y trabajos forzados para los soldados marroquíes, y además añadimos que el combatiente saharaui se adaptó a la nueva situación en un abrir y cerrar de ojos, pues ya en el año 1985 se hicieron grandes batallas cuyo objetivo era perforar el muro y aniquilar las fuerzas enemigas atrincheradas tras el muro; sin olvidar la estrategia de guerra de desgaste adaptada por el Ejército de Liberación y que entró en práctica efectiva el año 1986, año en que empezaría la verdadera pesadilla del rey marroquí; si tenemos en cuenta todo esto, llegaríamos a la conclusión de que la estrategia de los muros fue un fiasco porque si bien estos muros obstaculizaban de alguna manera el avance saharaui, sin embargo, se convertían en una camisa de fuerza para el Ejército Real y le impedían operar libremente. Parecerá paradógico, pero la realidad es que gracias a los muros defensivos el Ejército de Liberación aplastó al Ejército Real y pisoteó hasta la humillación el orgullo de Hassan II. Un dato que debería hacernos reflexionar aunque sólo sea un poquito: Hassan nunca quiso negociar directamente con los saharauis ni quiso aceptar la posible celebración de un referéndum de autodeterminación para el pueblo saharaui. Pues bien, tres años después del comienzo de la Guerra de Desgaste, exactamente a principios de 1989, el rey se encuentra con representantes saharauis en la ciudad marroquí de Marraquech y ya a finales del mismo año Hassan II había aceptado la celebración del referéndum. Me pregunto ¿por qué habrá sido? Conociendo al rey mayor, sólo una podía ser la razón de que éste entrara en razón, válgame la redundancia: se le estaban apretando las tuercas cada vez más y el final de su gloria se divisaba cercano si continuaba sosteniendo una guerra perdida. Así que se lo pensó mejor y optó por una salida más honorable sin que se pusiese en entredicho el potencial militar del reino. Incluso a escala internacional ganaría puntos por haber hecho tal elección.

Pero el destino quiso que Hassan II, el rey mayor, no gozase de ver realizado su sueño de celebrar un referéndum en el Sáhara y zanjar de una vez por todas un asunto que tantos quebraderos de cabeza le había dado. Él lo empezó y, por lo mismo, quería terminarlo para poder entregar al príncipe heredero las riendas de un Marruecos estable y con buenas relaciones de vecindad con sus hermanos saharauis del sur. Mas la muerte no avisa y le llegó a Hassan II en el preciso momento en el que se daban los últimos pasos para la celebración del referéndum. Así es la fatalidad.

Y entra en escena el rey chico, mohamed 6º, con su perenne parafernalia de baberos y pañales políticos, además, cómo no, de su querido taca taca que, como supondrán, no lo mueven sus pies sino la omnipresente main noire. Y qué es lo primero que hace (le dicen que haga, quiero decir): oponerse de lleno a la celebración del referéndum. Su discurso se vuelve insolente y desbordado de soberbia intransigente. En realidad, parece que estamos ante un proceso ecolálico retardado donde el rey chico repite lo dicho hace cuarto de siglo por su padre, el difunto rey mayor. Mohamed 6º, él también, se siente (quiero decir, hacen que se sienta) poderoso y con mucha energía y no iba a doblegarse ante un par de famélicos beduinos. Diré tres palabras en referencia al último calificativo de "famélicos". Una de las estrategias adoptadas por la mano negra y que sus filiales de la Galia intentan llevar a cabo a cualquier precio, es aplastar a los Campamentos de Refugiados saharauis mediante un bloqueo internacional y, sobre todo, europeo de las ayudas alimentarias y hacer que los saharauis, debido al hambre, emigren a países como Mauritania y España. Mas estas tácticas y estratagemas viles y ruines por su propia naturaleza, pues no hay que olvidar que van dirigidas ante todo a mujeres, niños y ancianos de los Campamentos de Refugiados saharauis, no están teniendo efecto porque, gracias a Dios, en este mundo nuestro por muy convulsionado y tenebroso que nos parezca, todavía quedan personas de todos los rincones del planeta despiertas y con la suficiente serenidad y valentía como para descubrir y desenmascarar las artimañas caseras urdidas en contra del pueblo saharaui y hacerles frente con todos los medios legales disponibles; y todo ello en nombre de la justicia y el respeto de los derechos fundamentales de los pueblos.

Por otro lado, también cabría destacar que en el último año la conducta de los agentes de la ONU está siendo influenciada por la perseverante intransigencia de la main noire y la larga duración del proceso, pues el "agotamiento" está haciendo mella en su sentido de la justicia y poco a poco están siendo seducidos por la aparentemente sencilla solución de apoyar al más fuerte, aunque el derecho y el sentido común no lo hagan, y abandonar al más débil aun sabiendo que las convenciones y leyes internacionales lo amparan. Parece ser que el tiempo lo debilita todo. No se salva ni la honestidad. Parece ser que actualmente -¡estamos en el siglo XXI!- lo que cuenta es la fuerza, y todos esos valores democráticos de justicia y libertad por los que se luchó durante gran parte del siglo XX se están volviendo obsoletos y más bien dignos de personas anticuadas y poco realistas. Parece ser que el homo economicus está dando paso al homo bellicus. Parece ser que la humanidad, una vez más, se encuentra en las puertas de una nueva era de terror y oscurantismo donde imperará la fuerza, la extorsión y el genocidio. Parece ser que se acercan los tiempos del "sálvese quien pueda".

Un dato de suma importancia, fruto de los últimos meses y que no debemos pasar por alto, es el relativo a la consulta solicitada a la Oficina de asuntos jurídicos de la ONU por parte de los saharauis con respecto a la legalidad de los contratos firmados entre Marruecos y dos compañías petrolíferas (una americana y la otra francesa) con el fin de que éstas últimas realizasen prospecciones en territorio saharaui. Y mira por dónde, que la esencia de su peritaje jurídico sobre el asunto fue lo siguiente:

 

"El Acuerdo de Madrid no transfirió la soberanía sobre el Territorio ni confirió a ninguno de los signatarios la condición de Potencia administradora, condición que España, por sí sola, no podía haber transferido unilateralmente. La transferencia de la autoridad administrativa sobre el Territorio a Marruecos y Mauritania en 1975 no afectó la condición internacional del Sáhara Occidental como Territorio no Autónomo.

[…] Marruecos, sin embargo, no figura como la Potencia administradora del Territorio en la lista de Territorios no autónomos de las Naciones Unidas "

Lo que implica la ilegalidad de cualquier explotación de los recursos naturales del Sáhara sin previo consentimiento de los saharauis. Sin embargo, la conclusión en sí misma no es lo más relevante sino la argumentación que siguió el comité jurídico para obtenerla. Los cimientos de dicha argumentación son las líneas que he citado más arriba y en las que se dice explícitamente que Marruecos no tiene ninguna soberanía sobre el Sáhara ni es su potencia administradora. Y lo más sorprendentes es que tal sentencia no ofrecía lugar a dudas o a ambigüedades a las que algún testarudo intérprete pudiese asirse y pretender otra posible interpretación, pues no había en sus elementos ninguna falla sintáctica, semántica o morfológica. Enhorabuena al Señor Hans Corell, Secretario General de Asuntos Jurídicos, y a su abnegado y honesto equipo.

Supongo que la pregunta que todos nos hacemos en este momento es la misma. Si la ONU reconoce oficialmente que Marruecos no tiene ninguna soberanía sobre el sáhara ni es su potencia administradora, entonces ¿qué diablos hace en el Sáhara? ¿Por qué la ONU y la comunidad internacional no le echan de una patada? ¿No están diciendo ellos mismo que Marruecos está violando la legalidad internacional? ¿A qué esperan para protegerla? Sinceramente, tras reflexionar con detenimiento el enunciado de estas preguntas me convenzo todavía más de la veracidad de la temible Teoría de la conspiración. Algo que en parte me causa risa, una risa sardónica más terrible si cabe, pues no tengo ante mí el cuerpo inerte de un sardo sino el cadáver solemne de la Justicia.

La main noire que mece la fétida cuna política del rey chico tiene tentáculos en todas partes y sus agentes errantes trabajan las veinticuatro horas del día para corromper al más incorrupto y doblegar al más indoblegable con el objeto de metamorfosear y solapar la realidad y la historia y hacerlas favorables a las pretensiones ridículas del reino alauita. Al parecer, el manual por el que se rigen es el libro 1984 de G. Orwell que, me imagino, estará retorciéndose de rabia y decepción porque su obra está surtiendo el efecto contrario al que él pretendía. Mas los caminos del Señor son inescrutables y la emersión casual de la sólida y casi olvidada verdad desde lo más tenebroso de las profundidades administrativas de la ONU a través del informe jurídico presentado el día 29 de enero, ha sido un gélido jarro de agua fría para Marruecos y su fiel mano negra. De hecho, fue tal su sorpresa y fastidio que pidieron que los miembros del Consejo de Seguridad no tuvieran en cuenta susodicho informe a la hora de discutir la cuestión del Sáhara. ¡Habrase visto tal insolencia!. Es como pedirle a un juez que juzgue pero sin tener en cuenta las leyes y la jurisprudencia en vigor. E imagino que en estos momentos estarán investigando las causas por las que ellos no alcanzaron a detectar dicho documento e impedir que saliera a la luz. Pues esta vez sus agentes errantes se quedaron cortos y no fueron tan rápidos como para velar la verdad y condenarla al olvido. Aunque, por otra parte, me pregunto cuántas verdades y documentos históricos relevantes para el caso habrán acallado y condenado a las eternas tinieblas del silencio. Sólo Dios lo sabe.

De todo lo arriba mencionado, se deduce que a mohamed 6º le han convencido para que no acceda a la celebración del referéndum y demuestre claramente que su Ejército Real seguirá ocupando el territorio del Sáhara para siempre y que no desistirá de tal postura se diga lo que se diga y se negocie lo que se negocie. En este sentido, sólo quedan dos posibles opciones ante los saharauis: uno, aceptar el hecho consumado convertido en realidad (no puedo resistirme, una vez más, al similitud existente entre la política del hecho consumado marroquí y la israelí, como es el caso de la creación de nuevos asentamientos de colonos de manera continua) y esperar que ocurra un milagro y los marroquíes se retiren de su territorio voluntariamente o que ocurran cien milagros a la vez y sea la Comunidad Internacional quien los obligue a hacerlo; dos, tragarse sus ansias de paz y respeto por la vida y volver a las armas. Conociendo bien a los saharauis y a sus incondicionales aliados argelinos, que ante todo ni son estúpidos ni conformistas, descarto matemáticamente la primera posibilidad. Queda la segunda como única solución plaudible e impuesta a los saharauis por la despiadada main noire vía mohamed 6º. Veamos en unas líneas las perspectivas de ambas partes en una hipotética vuelta a la guerra.

Al rey chico le han inyectado en la cabeza que "partiendo de los últimos estudios estratégico militares y las estadísticas de seguimiento continuo, las probabilidades de que los saharauis vuelvan a empuñar las armas son únicamente de un 5%. De hecho", le dirán sus asesores manonegreños, "han perdido el 80% de sus efectivos entre desertores y tránsfugas, y aunque lo quieran no podrán volver a la guerra. Aceptarán cualquier migaja que tú les tires al suelo. E incluso en el hipotético caso de que cometieran tal locura, no aguantarían ni un mes ante el sofisticado y reciclado Ejército Real". Y claro, poniendo las cosas así, se convence a cualquiera. Pero pongámoslas de otra manera.

Una de las realidades del pueblo saharaui, y que todos conocemos, es su reducido número. De hecho, esa fue una de las razones estratégicas por las que Hassan II invadió el Sáhara. Buscaba una guerra para entretener al indeseable Ejército Real y había dos alternativas: invadir el Sáhara o invadir Argelia. Para el caso daba lo mismo, pues no olvidemos que las pretensiones marroquíes, entonces y actualmente, se concretizan en llevar a la práctica las oníricas tesis de Al-Lal El-Fasi, es decir, culminar el Gran Reino de Marruecos, que incluiría además de Marruecos, el Sáhara, gran parte del occidente argelino, Mauritania y gran parte de Mali, sin olvidar, por supuesto, Ceuta, Melilla y las Islas Canarias. Sin embargo, meterse con una población beduina que no alcanzaba en su momento trescientos mil habitantes no era lo mismo que hacerlo con un estado como el argelino que más o menos gozaba de un potencial demográfico similar al marroquí y que había ganado su independencia con la fuerza de las armas. La tentación era insuperable. Y supongo que, una vez más, ha renacido por inducción atávica en la austera mentalidad del rey chico.

Desde los primeros días de la invasión marroquí, los saharauis sabían que uno de sus problemas estratégicos era su número y, como era de suponer, adoptaron sistemáticamente una política de crecimiento demográfico a corto plazo. Me contó un amigo saharaui que a principios de los ochenta había hombres jóvenes de menos de treinta años que ya tenían 8 hijos varones. Han pasado ya veinte años y, como comprenderán, es ahora cuando podemos palpar el gigantesco fruto de tal política, es ahora cuando esos niños se han convertido en hombres dispuestos a hacer cualquier cosa por su pueblo y su patria. Es ahora cuando el antaño gnómico Ejército de Liberación saharaui se ha convertido en Titán, es ahora cuando sus combatientes ya no echarán en falta un millar más de combatientes saharauis, pues ya tiene más que suficientes para liberar su tierra. Si antaño la relación de efectivos era de 1 combatiente saharaui por cada 10 soldados invasores, y aún así Hassan II mordió el polvo rendido frente a la cruda realidad de haber perdido la guerra, pues no hablemos de lo que podría ocurrir hoy en día, cuando la relación de efectivos activos es de aproximadamente 4 combatientes por cada 10 invasores. No hace falta ser matemático para entender la obvia realidad que representan estos números. Y que cada cual haga sus cuentas.

Sin embargo, hay otra precisión que me gustaría hacerle a mohamed 6º y sus asesores manonegreños, ante todo para que no se equivoquen de plato y coman del envenenado preparado para su huésped. El rey mayor, Hassan II, se lanzó a una guerra por motivos estratégicos vinculados con la continuación del trono y su inteligencia radicó en no negociar nunca con los saharauis hasta que ya intuyó lo inevitable. Sabía que así, siempre tenía la posibilidad de negociar una salida, como efectivamente hizo. Los saharauis, por su parte, luchaban por su libertad y si Marruecos pedía negociar para celebrar un referéndum, pues bien venido sea. Sabían que si se hacía honestamente no había riesgo ninguno para su independencia y libertad. Además, su perspicacia beduina les hacía intuir que Hassan II estaba pidiendo de manera encubierta una salida del conflicto menos humillante. Y evidentemente, si tenía lugar cualquier irregularidad siempre estaba la posibilidad de volver a las armas.

Supongo que estarán de acuerdo conmigo en que esta "irregularidad" está a punto de tener lugar si los planes demenciales de la main noire siguen adelante. Si es así, deberán tener en cuenta que la situación actual es diametralmente opuesta a como empezó la guerra hace veintiseis años. El Ejército de Liberación saharaui ha crecido y ya no es un cachorro a merced de cualquier alimaña; se ha convertido en un león joven y fuerte que es mejor no poner a prueba. Si antes existía la alternativa de poder negociar en un momento dado, lo que efectivamente aprovechó Hassan II, actualmente, tal y como están las cosas esa posibilidad se descartaría para siempre. Si los saharauis se ven obligados por la intransigencia febril de mohamed 6º a retomar el camino de las armas, eso significa que habrá guerra en el desierto hasta que salga del Sáhara el último invasor o perezca luchando el último saharaui. Si antes la guerra tenía como fin obligar Hassan II a negociar la realización de un referéndum de autodeterminación, hoy por hoy su único y válido objetivo sería la liberación de todo el territorio saharaui con la fuerza de las armas, y si para ello tienen que morir todos los saharauis, que así sea. No nos asombremos, pero esa sería la única salida razonable que tienen ante sí los saharauis. Se les está asediando por todas partes, se les presiona desde todos los frentes… y aun así, siguen serenos y pacientes. Mas esta actitud no va a durar para siempre y cuando el león se despierte encolerizado y retorne una vez más a las arenas del combate, será mejor que cada cual agarre bien lo más valioso de sus pertenencias y ponga los pies en polvorosa. Yo sí que les diría a los marroquíes "¡Sálvese quien pueda!".

 León a 5 de marzo de 2002

Firmado: Luis Hernández Rocha


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