Gazella Dorcas |
Tras cerrársele todas las puertas ilícitas, el
Majzén marroquí se dedica de manera cuasi convulsiva a
evitar el paso por la puerta grande de la legalidad internacional, es
decir, la que le lleva al respeto del derecho a la
autodeterminación del pueblo saharaui. Y qué mejor manera
de hacerlo que sacarse de vez en cuando un conejo de la chistera, como
ha sido el caso del altisonante Consejo Real Consultivo de Asuntos
Saharauis (CORCAS), reactivación ad hoc cuya finalidad
última es ganar tiempo y crear confusión en el panorama
del conflicto saharaui-marroquí. Sin olvidar la otra cara de la
moneda del invento, que es la de crear un método sutil (o poco
sutil, según se mire) de reavivar las rencillas tribales gracias
a la elección de sus miembros sobre la base de un denominado
equilibrio tribal que, en realidad, es un desequilibrio tribal
minuciosamente calculado para que la política del divide y
vencerás obtenga sus mejores resultados. No nos digan que esto
no es colonialismo puro y duro.
Sin embargo, la creación de esa especie de zoo político
tribal que es el CORCAS está siendo manifiestamente
contraproducente para los planes del Majzén, lo que se debe, en
primer lugar, a que las tensiones internas que no pueden faltar donde
haya un conflicto de intereses descaradamente tribales
(paradójicamente, alimentados por el Majzén) hace que los
descontentos acentúen su rechazo a Marruecos; y, en segundo
lugar, y sobre todo, al lamentable espectáculo que ofrece el
presidente designado por Su Majestad para presidir tan honorable
institución. Dejando aparte los antecedentes poco gloriosos del
individuo en cuestión (es decir, oportunismo, cleptomanía
y subsiguiente puesta de pies en polvorosa, Jali-henna, líder
entonces del PUNS, partido pro-español, se pasó a
Marruecos llevándose la caja de caudales del partido en 1975),
se están poniendo de manifiesto diversas características
del presidente putativo que más bien le desacreditan
(¿todavía más? pues sí,
¡todavía más!) de cara a futuras misiones regias
vinculadas al Sahara Occidental. La primera de ellas es su monopolio de
todas las actividades del consejo sin aceptar ningún tipo de
sugerencias al respecto (¿ es el “figuronismo” una enfermedad de
contagio regio?); luego está la designación digital de un
grupo reducido de miembros del Consejo para que le acompañen en
todas sus giras propagandísticas; para más INRI de la
población saharaui, el presidente putativo no se ha dignado en
expresar ninguna muestra de condolencia ni de solidaridad con las
familias afectadas por la trágica muerte de decenas de
jóvenes saharauis que huían de la represión del
ocupante marroquí, cuando lo normal y esperado por todos era ir
en persona a las Zonas Ocupadas del Sahara Occidental para darle el
pésame a los familiares de las víctimas del Majzén
y ofrecerles todo tipo de apoyo y comprensión. Pero nada, el
señor Jali-henna hizo mutis y apareció dando labia
en un programa de la ínclita cadena de televisión
árabe Al-Jazeera. Independientemente del discurso oxidado y
perverso al que nos tiene acostumbrados el eunuco político de Su
Majestad, esta vez, sin embargo, brilló solemnemente en una
faceta suya desconocida hasta ahora por la gran mayoría de los
ciudadanos. Esto es, su pericia y gracia a la hora de mutilar y
desfigurar el bello idioma árabe. Todos los hogares del mundo
árabe que seguían con interés y curiosidad la
intervención de aquel beduino saharaui promarroquí con
corbata y pantalones largos desconocido (¡para ellos!), se
quedaron mudos, perplejos ante la masacre lingüística que
estaban contemplando sobre la pequeña pantalla.
¿Qué era eso? ¿El programa de Humor Pardillo?
Más quisieran algunos. Pero no, eso era la triste y cruda
realidad de un servidor de Su Majestad alauita que intenta
desesperadamente seducir al mundo con un proyecto de autonomía
en el que ni él mismo cree.
Sin embargo, y visto el espectáculo televisivo plagado de
solecismos, cacofonías y algún que otro ca(l)co, es
inevitable preguntarse sobre los entresijos de tan grotesca
operación de propaganda, pues no hay que olvidar que el
Majzén no suele dejar cabos sueltos. Y menos cuando el cabo es
un mercenario nato que por no saber no sabe ni hablar en su lengua
materna. En tres palabras: hay gato encerrado. Esto como mínimo,
pues a nadie con dos micras de frente se le ha escapado que la
finalidad del discursillo televisivo jalihenniano no era, en realidad,
la venta del espejismo “Autonomía” como seguramente
suponía el desdichado presidente putativo, sino que era algo
mucho más refinado y ambicioso. El Majzén, por medio de
la incoherencia, el absurdo y la ignorancia lingüística que
caracterizan al pseudodiscurso jalihenniano (además, claro
está, del vestuario y el decorado) está intentando
inyectar en los hogares árabes una toxina subliminal.
Ésta consiste en convencer inconscientemente a los
telespectadores árabes, mediante la prueba contante y sonante
del patético “espectáculo Jali-henna”, de que aunque
Marruecos está pretendiendo ofrecer una “autonomía” a los
saharauis, en realidad no se merecen ni eso. Ese decir, el contraste
inconsciente de los dos mensajes (liminar y subliminal) da como
resultado la siguiente sentencia: “los saharauis no están en
condiciones de autogobernarse y ofrecerles una autonomía
sería descabellado”. Al final del proceso, hasta resulta que el
rey marroquí está siendo extremadamente generoso con la
población saharaui. Así es la propaganda.
Mientras tanto, Jali-henna y su olímpico Corcas, esa especie de
ente “indoloro e incoloro” como diría el crítico
marroquí Mustapha Mesnaoui, le dan la espalda a otros asuntos
más mundanos y que tocan de cerca a los supuestamente suyos: las
autoridades y cuerpos de seguridad marroquíes están
“persuadiendo” (¡y de qué manera!) a la juventud saharaui
de las Zonas Ocupadas para que huya al extranjero y deje su tierra
natal; decenas de jóvenes saharauis están muriendo
durante el viaje de huída desesperada de las garras del
Majzén; desde comienzos de año, más de doscientos
saharauis han solicitado asilo político en Gran Canaria. Y suma
y sigue.
En la finca de La Hoya, a espaldas de la Alcazaba de Almería, se
encuentra el Parque de Rescate de Fauna Sahariana dependiente del CSIC.
Gracias a este centro científico creado a principios de los
setenta, se salvaron de la extinción muchas especies animales
del norte de África. Entre ellas, hay una muy querida por los
saharauis, pues siempre ha estado vinculada a la geografía y a
la cultura del Sahara Occidental. Es una gacela tan noble y tan
dócil que si el Majzén marroquí, en vez de sacarse
de la chistera la fauna tribal Corcas, la hubiese sacado a ella, el
pueblo saharaui le estaría muy agradecido. Ella es la gacela
Dorcas.
Canarias 12 de Diciembre de 2006
El Grupo Interuniversitario lo componen miembros de diferentes Universidades del Estado:
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