OPINION

 

Crónica de un reencuentro.

por Elmami Brahim.*

Aun tengo dibujada en la mete la imagen de mujeres y hombres ataviados con los coloridos trajes tradicionales y bajando de el avión de las naciones unidas, unos pisando por primera vez nuestra tierra natal y otros llegando a los campamentos del exilio saharaui en territorio argelino, después de treinta años para fundirse en un abrazo con sus seres queridos, entre lágrimas y sollozos, tal cual florecen los sentimientos más puros de un ser humano.

Niños que abandonaron el Sahara con a penas la edad de cuatro años, hoy regresan hechos hombres, con la pena disimulada de no poder reconocer el rostro de sus madres, hombres entrados ya en edad avanzada, que aquel noviembre de 1975 los pillo en los pupitres del instituto español del Aaiun y que hoy el recuerdo de su juventud les hace volar la imaginación hacia lo que pudo ser una vida feliz, pero se truncó debido a la sin razón de una guerra injusta que modifico el curso de la vida y los cálculos de muchas personas.

Hoy, en el Aaiun y los campamentos, familias enteras racionalizan el escaso tiempo de cinco días para verse y contarse cosas, que en treinta años han tenido que guardar, en espera quizás de un tiempo mejor, confiados en que después de la tormenta viene la calma, aunque conscientes de que ese encuentro fugaz no puede poner fin a un sufrimiento que dura bastante, ni restañar las heridas que siguen abiertas.

Bocinazos, azgarit, gritos y nervios a flor de piel, dicen los reporteros, presidieron el recibimientos de los visitantes del Aaiun, quienes en la confusión saludaban a diestro y siniestro a todos los que les jalonaban, en un gesto que va mas allá de un saludo común, intentando estrechar la mano de todos aquellos que en medio de la alegría del reencuentro les daban la bienvenida.

En las casas, se servia el té, los dátiles y se respiraba un ambiente tocado con incienso como manda la costumbre en un momento asi y entre risas, los vecinos interrumpen para saludar y presentarse, este es fulano y el otro es mengano, te vienen a saludar y el visitante se funde con ellos en un abrazo que se extiende por toda la ciudad, simulando el preludio de un encuentro en libertad.

06.03.04

* jurista saharui, actualmente en estudios de doctorado en la Universidad de Oviedo Asturias


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