ES PEOR EL REMEDIO QUE LA ENFERMEDAD
Stephen Zunes*
El plan propuesto por Marruecos para concederle una
autonomía al Sahara Occidental es una solución
desacertada para el olvidado conflicto de África.
[ORIGINAL: More
harm than good, Stephen Zunes, 18 - 07 - 2007, openDemocracy.net]
[* Stephen Zunes es profesor de
Política en la Universidad de San
Francisco y redactor-jefe de Oriente Medio/Norte de África de la
revista Foreign Policy in Focus.
Es autor de Tinderbox: U.S. Middle
East Policy and the Roots of
Terrorism (Zed Press, 2003) y del próximo libro, escrito
conjuntamente
con Jacob Mundy, Western Sahara: Nationalist and Conflict Irresolution
in Northwest Africa (Syracuse University Press)]
El fracaso del Reino de Marruecos y el Frente Polisario para alcanzar
un acuerdo sobre las modalidades del referéndum patrocinado por
las
Naciones Unidas y que está previsto desde hace mucho tiempo
sobre el
destino del Sahara Occidental, unido a una campaña de
resistencia
pacífica creciente en los territorios ocupados contra los 31
años de
ocupación marroquí, ha llevado a Marruecos a proponer la
concesión de
un estatus de autonomía especial para la antigua colonia
española
dentro del Reino.
Amigos que ocupan puestos relevantes
El plan ha sido acogido con entusiasmo por parte de los gobiernos
norteamericano y francés calificándolo como un compromiso
razonable para este conflicto perdurable, que ha causado enormes
sufrimientos al pueblo saharaui -más de la mitad del mismo vive
en campamentos de refugiados en la vecina Argelia-, y ha lisiado
seriamente los esfuerzos para avanzar hacia una
cooperación económica y estratégica entre Argelia
y Marruecos, que tanto se echa en falta, ya que ambos afrontan
los desafíos económicos y la proliferación de la
militancia islamista.
Maruecos no estuvo a la altura de los términos del acuerdo de
cese el fuego supervisado por las Naciones Unidas con el Frente
POLISARIO -un movimiento nacionalista secular que mantuvo una lucha
armada contra los colonialistas españoles y más tarde
contra los ocupantes marroquíes-, que exigía la
celebración de un referéndum libre y justo sobre el
destino del territorio. Una serie de resoluciones del Consejo de
Seguridad y de la Asamblea General de las Naciones Unidas,
además del famoso Dictamen del Tribunal Internacional de
Justicia, han reafirmado el derecho del pueblo saharaui a la
autodeterminación.
Sin embargo, Francia y Estados Unidos han impedido que el Consejo de
Seguridad haga respetar sus resoluciones como parte de su
concepción de que hay una necesidad de fortalecer la
Monarquía marroquí, a la que se consideró como
baluarte contra el comunismo y el nacionalismo árabe radical
durante la guerra fría y, en los últimos
años, un aliado muy importante en la lucha contra el extremismo
islamista.
Crea más problemas de los que
soluciona
Lamentablemente el plan de autonomía marroquí
no consigue alcanzar todo lo que se requiere para brindar una
solución pacifica al conflicto. Además, busca sentar un
peligroso precedente al amenazar los propios fundamentos del
régimen jurídico internacional post- Segunda Guerra
Mundial.
Para empezar, la propuesta se basa en el supuesto que el Sahara
Occidental es parte de Marruecos, una controversia que ha sido
rechazada frontalmente por las Naciones Unidas, el TIJ, la Unión
Africana y un amplio consenso sobre el Dictamen jurídico
internacional. Aceptar el plan de autonomía de Marruecos
significaría que, por primera vez desde la fundación de
las Naciones Unidas y la ratificación de su Carta hace más de
sesenta años, la Comunidad Internacional estaría
aprobando la expansión del territorio de un país por la
fuerza militar, y de ese modo se estaría sentando un peligroso y
desestabilizador precedente.
Si el pueblo del Sahara Occidental aceptara un acuerdo de
autonomía sobre la independencia como resultado de un
referéndum libre y justo, constituiría un legítimo
acto de autodeterminación. Sin embargo, Marruecos ha declarado
explícitamente que su propuesta de autonomía “descarta,
por definición, la posibilidad de que la opción de
independencia sea presentada” al pueblo del Sahara Occidental, cuya
inmensa mayoría -de acuerdo con observadores internacionales
entendidos [en el asunto]- apoya categóricamente la
independencia.
Una historia de fracasos
Aunque uno tomara una actitud desdeñosa hacia el Derecho
Internacional, seguiría habiendo también una serie de
asuntos prácticos en lo que respecta a la propuesta
marroquí:
Una es que la historia del respeto de las autonomías regionales
por parte de los estados autoritarios centralizados es bastante pobre y
ha llevado muchas veces a conflictos violentos. En 1952, las Naciones
Unidas concedieron al protectorado británico (y antigua colonia
italiana) de la Autonomía de Eritrea, un estatus federado dentro
de Etiopia. Sin embargo, en 1961, el emperador de Etiopia revocó
el estatus de autonomía de Eritrea, la anexionó como la
provincia decimocuarta de su imperio, arrojando el resultado de 30
años de lucha por la independencia y las posteriores guerras
para delimitar las fronteras entre los dos países.
De modo parecido, la decisión del líder serbio Slobodan
Milosevic de revocar el estatus de autonomía de Kosovo en 1989
llevó a una década de represión y resistencia, que
culminó con una guerra de la OTAN contra Yugoslavia en 1999.
Basándonos en la mala costumbre de Marruecos de incumplir los
compromisos contraídos con la Comunidad Internacional en lo que
respecta el referéndum para el Sahara Occidental bajo el mandato
de las Naciones Unidas y en lo referente a sus obligaciones que se
fundamentan en un acuerdo de cese el fuego que lleva dieciséis
años, hay poco que nos pueda inspirar confianza de que
Marruecos cumpliría con su compromiso de asegurar una
autonomía genuina al Sahara Occidental.
Autonomía pírrica
En efecto, una lectura minuciosa de la propuesta lleva a formular
preguntas como cuánta autonomía se va a ofrecer. Asuntos
importantes como pueden ser el control de los recursos naturales del
Sahara Occidental y el respeto de la ley (más allá
de la jurisdicción local), siguen siendo ambiguos.
Así, la propuesta parece indicar que todos los poderes no
conferidos específicamente a la región autónoma
continuarían dentro del Reino. En efecto, ya que al rey de
Marruecos se le confiere una autoridad absoluta según el
articulo 19 de la Constitución marroquí, la insistencia
de la propuesta marroquí de que el Estado marroquí
“conservará sus poderes en los dominios reales, sobre todo con
respecto a defensa, relaciones exteriores, y las prerrogativas
constitucionales y religiosas de Su Majestad” parece ofrecer al monarca
una considerable libertad de interpretación.
Parece ser que hay un consenso creciente dentro de la Comunidad
Internacional para alcanzar una clase de compromiso, o “tercera
vía” entre independencia e integración, que sería
necesario para solucionar el conflicto, y que ese enfoque de que “el
vencedor se quedaría con todo” no es viable.
Aunque se vaya alentando semejante compromiso y se intenta
encontrar una situación en la que todos salen ganando, lo que
sería, sin lugar a dudas, la senda preferible para alcanzar un
arreglo pacifico y definitivo para los conflicto étnicos y para
muchos litigios internacionales, el Sahara Occidental es un claro
ejemplo de autodeterminación para un pueblo que lucha contra una
ocupación militar foránea. El Frente Polisario ya ha
ofrecido garantías para proteger los intereses
estratégicos y económicos de Marruecos si se le
permitiera la independencia total. Insistir en que el pueblo saharaui
deba renunciar a su derecho moral y legítimo a una
autodeterminación genuina no es, por consiguiente, una receta
para la solución del conflicto, sino que daría lugar a un
conflicto mucho más serio en el futuro
A raíz de las amenazas del veto francés y norteamericano,
el Consejo de Seguridad no ha podido colocar el asunto del Sahara
Occidental bajo el Capítulo VII de la Carta de las Naciones
Unidas, que daría a la Comunidad Internacional el poder
necesario para imponer sanciones u otras influencias apropiadas para
forzar al régimen marroquí a acatar los mandatos de las
Naciones Unidas, de los que ha hecho caso omiso hasta ahora. La falta
de voluntad del Polisario para hacer más concesiones [sobre la
propuesta marroquí], no habría que verla como el mayor
impedimento para alcanzar una solución del conflicto.
En el caso análogo de Timor Oriental, solamente tras la
presión ejercida por organizaciones humanitarias, grupos
eclesiásticos y otros activistas sobre sus respectivos gobiernos
para que dejaran de apoyar la ocupación de Indonesia, finalmente
Yakarta estuvo dispuesta a ofrecer un referéndum que dio a los
timorenses su derecho a la autodeterminación. Lo que realmente
se echaría en falta sería poder llevar unas
campañas a nivel de base en Europa y América del Norte
para asegurar que las potencias occidentales cumplan con sus
obligaciones legales a nivel internacional y presionen a Marruecos para
que permita al pueblo del Sahara Occidental decidir sobre su propio
destino.
Traducción: M. Limam Mohamed Ali , con autorisacion del autor.
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